Empezar un año nuevo siempre viene con esa vibra de “ahora sí”, aunque por dentro todavía haya caos, pendientes emocionales y un clóset que no se ha tocado desde 2019. Entre propósitos, rituales y listas mentales de todo lo que se quiere cambiar, hay algo que muchas veces se pasa por alto: lo que sigue ocupando espacio en casa y también en la cabeza.
Porque sí, hablar de limpiar, tirar y soltar cosas no es solo un tema de orden o estética. Para muchas culturas y corrientes energéticas, lo que se guarda sin usar se convierte en estancamiento. Y aunque no se sea la persona más espiritual del mundo, es difícil negar que vivir rodeados de cosas que ya no representan quiénes somos pesa más de lo que parece.
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Por eso, si la meta es arrancar el año nuevo con mejor energía, más claridad y la sensación real de “nuevo comienzo”, hay objetos específicos que conviene sacar de casa. No por castigo, sino como un acto simbólico (y práctico) para dejar espacio a lo que sí se quiere que llegue.
Cosas viejas que deberías tirar para empezar bien el Año Nuevo
Ropa que ya no va con la versión actual
No solo la que no queda, sino la que ya no representa, esa prenda que recuerda una etapa incómoda, un trabajo que se odiaba o una relación que terminó mal. Guardarla “por si acaso” suele ser más nostalgia que utilidad, si no se usa y no da alegría, se va.

Objetos rotos o descompuestos
Sillas cojas, cargadores que solo funcionan en cierto ángulo, tazas astilladas. Tener cosas rotas manda el mensaje inconsciente de que eso es aceptable, arreglarlas o despedirse de ellas también es una forma de subir el estándar de lo que se permite.
Papeles viejos y recibos sin sentido
Estados de cuenta antiguos, billetes, hojas que ya no sirven, además de ocupar espacio físico, generan ruido mental. Lo que no se necesita legalmente, se recicla sin culpa.

Regalos que nunca gustaron
Ese objeto que alguien dio con cariño, pero que nunca conectó. Agradecer el gesto y dejarlo ir no borrar la intención original, guardarlo solo por compromiso no es obligatorio.
Cosméticos caducados o que ya no se usan
Maquillaje seco, cremas abiertas hace años, perfumes que ya no vibran igual. Usar cosas vencidas no solo es malo para la piel, también es aferrarse a versiones pasadas que podrían limitar la llegada de algo nuevo.

Recuerdos de relaciones cerradas
Cartas, fotos, objetos cargados de historia que ya terminó. No todo se tiene que tirar, pero sí elige qué se conserva desde la paz y no desde la herida.
Muebles que estoban más de lo que ayudan
Ese sillón incómodo o esa mesa que solo acumula cosas. El espacio también comunica, menos obstáculos visuales, más ligereza emocional.
Electronicos que ya no funcionan
Celulares viejos, audífonos rotos, gadgets olvidados, todo esto representa pendientes inconclusos. Llevarlos a reciclaje también es cerrar ciclos.

Cosas guardadas “por miedo a necesitar”
Este es el punto más importante. Guardar por escasez mental bloquea la idea de abundancia, confía en que lo necesario llegará es parte del proceso.
Empezar el año nuevo no siempre implica comprar cosas nuevas. A veces, el verdadero reset comienza cuando se hace espacio, porque donde hay orden, entra claridad y donde hay espacio, pasan cosas buenas.
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