
En 2005, John Gibson, presentador de una cadena de radio conservadora, descubrió una mina con un libro que denunciaba la maldad intrínseca de los demócratas en Estados Unidos. Había “una guerra contra la Navidad”, una conspiración progresista para que desapareciera esa fiesta cristiana. El libro tuvo un gran éxito gracias al apoyo y cobertura que le dio en Fox News un personaje mucho más influyente, Bill O'Reilly. El subtítulo incluía todo lo que necesitabas saber: “Cómo una conspiración progresista para prohibir la sagrada fiesta cristiana es peor de lo que pensabas”. En las guerras culturales, no sales de la trinchera con el arma en la mano con intención de ser sutil.
En la tradición de reciclar las polémicas más enconadas y estúpidas que llegan de EEUU, hemos tenido estos días una reedición española de esa pelea bastante artificial. Fue Alberto Núñez Feijóo quien dio al público asistente lo que esperaba en la cena de Navidad del PP madrileño. Cualquier cosa que simbolice la maldad natural de la izquierda servía: “Si uno es católico, ¿Por qué tiene que pedir perdón por serlo? Vienen nuevos y buenos tiempos para la gente honesta. No os voy a decir felices fiestas. Os voy a decir: feliz Navidad”.




