Trump 2.0 ha iniciado una nueva fase en las relaciones entre Estados Unidos y América, marcada por la continuidad y el cambio en las políticas económicas, de seguridad y diplomáticas. Este enfoque muestra un ajuste estratégico de las prioridades regionales, incluidas las sanciones a Venezuela, el compromiso con Argentina y la alteración de las negociaciones comerciales con México y Colombia. Mientras que algunos líderes latinoamericanos se alinean con las políticas de Trump, otros experimentan tensiones, especialmente con respecto a la migración y las disputas comerciales. Las apuestas son significativas: América Latina es vital para la economía de los Estados Unidos, un ámbito geopolítico clave en medio de la creciente influencia china y una fuente de problemas de inmigración. Para los países latinoamericanos, las políticas de los Estados Unidos influyen en el acceso al mercado, las perspectivas de inversión y la estabilidad regional. A medida que la administración fortalece su papel en la región, comprender estas dinámicas cambiantes es crucial para comprender el futuro de las relaciones interamericanas y sus efectos globales.
Como se enfatiza con frecuencia durante el primer mandato de Donald Trump, se espera que su regreso a la presidencia indique el resurgimiento de la doctrina de Monroe para América Latina. Inicialmente describido en 1823 por el entonces presidente estadounidense James Monroe, esta doctrina afirma que Estados Unidos rechaza cualquier intervención de poderes externos, principalmente países europeos, en los asuntos de las Américas. La declaración de Trump en 2018 de que la doctrina de Monroe sigue siendo una prioridad clave de la política exterior de los Estados Unidos indicó que este marco de políticas daría forma a las estrategias económicas, diplomáticas y de seguridad del país en la región. Además, los senadores republicanos han reforzado este enfoque legitimando la doctrina y apoyando los esfuerzos para frenar la influencia extranjera en el hemisferio.
Un factor definitorio en las relaciones entre Estados Unidos y América en Estados Unidos bajo Trump 2.0 será China. Después de haber iniciado guerras comerciales contra China en 2017, se espera que Trump invoque nuevamente la doctrina de Monroe para contrarrestar la creciente influencia de Beijing en América Latina. Desde principios de la década de 2000, la presencia económica de China en la región se ha expandido significativamente, trayendo consigo el aumento de la influencia política y diplomática. El gobierno chino adoptó una 'estrategia de salida' que alentó a las empresas chinas a ir al extranjero para buscar materias primas necesarias para su desarrollo industrial. América Latina fue una región importante para la nueva estrategia de desarrollo chino. La región es rica de diversas materias primas. Además, los productos agrícolas importados de América Latina ayudaron al gobierno de los chinos a alimentar a su enorme población. Por lo tanto, las empresas chinas comenzaron a invertir primero en la región para proyectos de extracción, luego para proyectos de infraestructura para garantizar el transporte de materias primas al país. Este cambio ha ofrecido a los países latinoamericanos una alternativa al dominio de los Estados Unidos. La erosión de la influencia de los Estados Unidos en su llamado 'patio trasero' y La creciente autonomía de las naciones latinoamericanas—Particularmente durante el auge de los productos básicos entre 2000-2013, es visto por la administración de Trump, que favorece las políticas aislacionistas, como desafíos que deben revertirse.
Al no generar suficientes mecanismos de consentimiento para alentar a los actores regionales a alinearse con los Estados Unidos, se espera que la administración Trump recurra a tácticas de coerción y presión contra países que se dedican a las relaciones comerciales y diplomáticas con China. Por ejemplo, Estados Unidos ha emitido advertencias sobre el uso militar potencial de China del Canal de Panamá, enmarcando sus acciones como esfuerzos para salvaguardar los intereses estadounidenses en la región. El deseo de Trump de reclamar el control sobre el Canal de Panamá puede ser parte de Una estrategia más amplia para contrarrestar a China o una nueva manifestación del expansionismo estadounidense. En respuesta a la presión de los Estados Unidos, el gobierno de Panamá parece estar distanciéndose de China al tiempo que aumenta la cooperación con las empresas estadounidenses. Sin embargo, si los Estados Unidos retoman el control del canal, podría provocar una crisis geopolítica y dañar aún más su reputación en América Latina.
Otro factor clave que moldea las relaciones entre Estados Unidos y América en el período del próximo período será la dinámica económica, política y diplomática dentro de América del Norte. Aunque Trump reemplazó al TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte) con la USMCA (Acuerdo de los Estados Unidos-México-Canadá) durante su primer mandato, su renovado Empuje por altos aranceles en México y Canadá Al comienzo de su segundo mandato, amenaza la estabilidad de las relaciones comerciales en la región. La tendencia de Trump a enmarcar a América Latina como fuente de migración irregular y crimen organizado plantea preocupaciones entre los líderes regionales sobre las implicaciones de dicha retórica. A pesar de la extensa militarización fronteriza, las separaciones familiares y las deportaciones masivas, estas medidas no han podido frenar los flujos de migración. La propuesta de la administración Trump de designar carteles de drogas mexicanos como organizaciones terroristas también plantea preguntas críticas sobre las posibles consecuencias de las intervenciones militares, ya sea desestabilizar contextos locales y nacionales o aumentar la violencia en las ciudades estadounidenses. Estudios Explique que la guerra contra las drogas no disminuyó la producción de cocaína y aumentó la descentralización de las rutas de contrabando en lugar de eliminar el comercio.
Las políticas arancelarias de Trump, junto con su postura antiinmigrante y sus medidas de control de drogas desproporcionadas, podrían poner en peligro la cooperación de los Estados Unidos-México en la política de migración y empujar a México a buscar alternativas a su socio más importante. De acuerdo a Artículo 32.10 de la USMCAsi uno de los países signatorios ingresa a un acuerdo de libre comercio con una economía que no es de mercado, las otras partes tienen derecho a rescindir el acuerdo. Esta disposición limita significativamente la capacidad de México para expandir las relaciones comerciales con China. Aunque la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum ha tomado medidas para abordar las preocupaciones relacionadas con la migración, es poco probable que la administración Trump altere su posición en los aranceles, ya que el comercio con países latinoamericanos se percibe en los Estados Unidos como una amenaza directa para empleo doméstico. Además, la postura de confrontación de Washington hacia México ha llevado a Alba (Alianza Bolivarian para los pueblos de nuestra América) países como Venezuela y Cuba para expresar solidaridad con México. Estas divergencias ideológicas sugieren que el paisaje geopolítico de América Latina podría volverse cada vez más polarizado bajo el liderazgo de Trump.
Otra cuestión clave será la crisis en curso en Venezuela y el enfoque de la administración Trump hacia el régimen de Nicolás Maduro. La crisis política y socioeconómica ha sido preocupada por la hiperinflación, el retroceso democrático y la crisis humanitaria resultó con la crisis de migrantes y refugiados venezolanos en la región. Durante su primer mandato, Trump aseguró el apoyo de los gobiernos de derecha, particularmente el Brasil de Jair Bolsonaro, en la búsqueda de una resolución liderada por Estados Unidos a la crisis. Esta estrategia aisló aún más a Venezuela en la región e incluso empujó a organizaciones regionales como Unasur (Unión de Naciones Sudamericanas) al borde de la desintegración. Aunque las sanciones al gobierno de Maduro pueden disminuir en el segundo mandato de Trump, las cifras políticas clave en su administración, como Secretario de Estado Marco Rubio—Paluee la intervención militar en Venezuela como una opción viable. La migración venezolana sigue siendo un problema apremiante en América Latina, particularmente para Colombia, Perú y Brasil. Sin embargo, los líderes sudamericanos adoptan una postura crítica hacia la posible intervención militar estadounidense contra Maduro. Además, Cuba, que enfrentó tensiones con la administración de Trump después de derogar los acuerdos de la era de Obama, continúa apoyando a Venezuela. En una escala geopolítica más amplia, actores externos como Irán y Porcelana han expresado una fuerte oposición a la posible intervención estadounidense en Venezuela, creando mayores desafíos para la administración Trump.
Se espera que las naciones sudamericanas, particularmente Brasil y Argentina, sean cautelosas con respecto a los aranceles estadounidenses sobre exportaciones clave como el acero y los productos agrícolas. El creciente papel de Brasil en los BRICS y sus lazos económicos más profundos con China podría ser percibido como una amenaza estratégica por la administración Trump. Por ejemplo, la decisión de BRICS de expandir las transacciones económicas en yuania como alternativa al dólar estadounidense ha llevado a Trump a emitir Amenazas contra los Estados miembros. Además, las divergencias ideológicas entre Lula y Trump podrían tensar las relaciones bilaterales a pesar del énfasis de Brasil en la cooperación. Las medidas proteccionistas de Trump pueden afectar negativamente los sectores agrícolas y de energía de Brasil. Dado que las exportaciones brasileñas a los Estados Unidos alcanzaron niveles récord en 2024, cualquier deterioro en las relaciones Podría tener repercusiones económicas significativas, potencialmente influyendo en las elecciones brasileñas 2026.
Por el contrario, Javier Milei, el presidente de Argentina, ha cultivado una relación notablemente cercana con Trump, basada en perspectivas ideológicas compartidas y admiración mutua. Sin embargo, existen limitaciones potenciales en esta floreciente asociación. La propuesta de Milei para salir de Mercosur (Southern Common Market) ha provocado tensiones regionales, ya que las regulaciones del bloque prohíben los acuerdos comerciales unilaterales sin consentimiento colectivo. Además, la postura de confrontación de Milei hacia China, etiquetándola como un «asesino«Y expresar la intención de congelar las relaciones, podría plantear desafíos. China es un socio comercial significativo para Argentina, y un cambio tan drástico en la política exterior podría tener repercusiones económicas. En resumen, mientras que la alineación ideológica entre Milei y Trump establece una base para la cooperación potencial, los desafíos prácticos nacionales e internacionales pueden limitar la profundidad de su colaboración y la efectividad.
En última instancia, la influencia de la doctrina de Monroe en la política de América Latina de Trump puede manifestarse en los esfuerzos por reforzar el dominio de los Estados Unidos en la región, frenar el impacto de China y otros poderes externos, y salvaguardar los intereses de seguridad estadounidenses. Sin embargo, las repercusiones regionales de este enfoque y las posibles consecuencias deben evaluarse cuidadosamente. La administración Trump sin duda necesitará formular una estrategia para contrarrestar la creciente presencia de China en América Latina. En lugar de confiar únicamente en amenazas y sanciones, esta estrategia debería centrarse en fomentar la competencia a través de inversiones diversificadas y proyectos de infraestructura. Alentar a las empresas estadounidenses a cambiar la producción a América Latina para fortalecer las cadenas de suministro regionales también sigue siendo una opción viable. Sin embargo, sigue siendo incierto si Estados Unidos proporcionará una inversión sustancial o asistencia de infraestructura a la región.
Mientras tanto, China ya se ha preparado contra la administración Trump, con Beijing señalando su preparación para una posible confrontación económica. Al mismo tiempo, las divisiones ideológicas y las prioridades diferentes continúan socavando la capacidad de América Latina para responder colectivamente a desafíos comunes. La preferencia de Trump por los acuerdos bilaterales sobre el multilateralismo amenaza con debilitar la unidad regional en cuestiones críticas como el cambio climático, la desigualdad, la pobreza y el crimen organizado. En este contexto, un desarrollo clave para ver será cómo el gobierno de Lula da Silva se posiciona como un poder regional en respuesta a las políticas intervencionistas de Trump. La medida en que Brasil posee los recursos estructurales para promover la cooperación regional y cómo equilibra la lucha de poder estadounidense-China a favor de los intereses de América Latina también será crucial para dar forma a la trayectoria de la región en los próximos años.
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