La posición de un Alcalde digno
Durante algunos años, Quito tuvo la suerte de contar con alcaldes dignos. Algunos de ellos, por no decir todos, fueron un orgullo por la ciudad. Este comentario lo hago de manera independiente a afinidades o des-afinidades ideológicas, pero el reconocer valores no tiene nada que ver con ideologías.
Sin embargo, de un tiempo para acá, y gracias a reformas electorales, especialmente aquella de los “votos válidos”, ideadas para destruir la verdadera democracia y permitir que se gane alcaldías o prefecturas con un 20 o 25 % de los votos (válidos) lo que en buen romance significa un 17 o 18 por ciento del electorado habilitado (lo que es una verdadera vergüenza y una ilegitimidad flagrante), tenemos alcaldes que poco menos que avergüenzan a nuestra ciudad.
El alcalde Muñoz, frente a la amenaza abiertamente desafiante del señor Marlo Vargas, adoptó una posición que lo menos que podemos calificar es de tibia: el escudarse diciendo que “Quito no será rehén de amenazas ni de errores ajenos”, en mi concepto disfraza una posición cómplice con quien lanza la amenaza con una ambigüedad inaceptable en una autoridad de una ciudad como Quito.
La primera manifestación de un alcalde digno de serlo, debe ser: “A Quito no entran manifestantes que han demostrado que solo llegan para vandalizar la ciudad”.
A mí que no me vengan con el respeto al derecho a la resistencia, a quienes ya están demostrando vandalismo: cierre de carreteras, ataques a la propiedad privada, ataques a vehículos particulares, incluyendo caravanas presidenciales. Posiciones tibias frente a quienes ya muestran agresividad, demuestran o miedo o complicidad.
Las medidas que se deben tomar son las que se necesitan para que se impida el ingreso a Quito de hordas vandálicas, que no manifestantes pacíficos.
José M. Jalil Haas




