El ejército estadounidense está enviando un portaaviones a las aguas frente a Sudamérica, en la última escalada y acumulación de fuerzas militares en la región, anunció el Pentágono el viernes.
El secretario de Guerra, Pete Hegseth, ordenó que el USS Gerald R. Ford y su grupo de ataque se desplegaran en el Comando Sur de Estados Unidos para «reforzar la capacidad de Estados Unidos para detectar, monitorear e interrumpir actores y actividades ilícitos que comprometen la seguridad y la prosperidad de Estados Unidos», dijo el portavoz del Pentágono, Sean Parnell, en una publicación en las redes sociales.
El USS Ford, que tiene cinco destructores en su grupo de ataque, se encuentra actualmente desplegado en el Mar Mediterráneo.
El despliegue de un portaaviones es una importante escalada de poder militar en una región que ya ha visto una concentración militar inusualmente grande de Estados Unidos en el Mar Caribe y las aguas frente a Venezuela.
Horas antes de que Parnell anunciara la noticia, Hegseth dijo que el ejército había llevado a cabo su décimo ataque contra un barco sospechoso de tráfico de drogas, dejando seis personas muertas y elevando el recuento de muertes en los ataques que comenzaron a principios de septiembre a al menos 43.
Hegseth dijo que el barco chocado durante la noche era operado por la pandilla Tren de Aragua. Fue la segunda vez que la administración Trump vincula una de sus operaciones a la pandilla que se originó en una prisión venezolana.
El ritmo de los ataques se ha acelerado en los últimos días de uno cada pocas semanas cuando comenzaron a tres esta semana, matando a un total de al menos 43 personas desde septiembre.
Hegseth dijo que el último ataque ocurrió en aguas internacionales y se jactó de que fue el primero realizado de noche.
«Si usted es un narcoterrorista que contrabandea drogas en nuestro hemisferio, lo trataremos como tratamos a Al-Qaeda», dijo Hegseth en la publicación. «De día o de noche, mapearemos tus redes, rastrearemos a tu gente, te perseguiremos y te mataremos».
El foco de Estados Unidos en Venezuela
El ataque trazó paralelos con el primero anunciado por Estados Unidos el mes pasado al centrarse en el Tren de Aragua, al que la administración Trump ha designado organización terrorista extranjera y al que culpa de estar en la raíz de la violencia y el tráfico de drogas que azotan a algunas ciudades.
Si bien no menciona el origen del último barco, la administración republicana dice que al menos cuatro de los barcos atacados provienen de Venezuela.
Los ataques y una concentración militar inusualmente grande de Estados Unidos en la región han generado especulaciones de que la administración podría intentar derrocar al presidente venezolano Nicolás Maduro, quien enfrenta cargos de narcoterrorismo en Estados Unidos.
En la última medida, el ejército estadounidense llevó un par de bombarderos pesados hipersónicos a la costa de Venezuela el jueves.
La administración Trump sostiene que está combatiendo el tráfico de drogas hacia Estados Unidos, pero Maduro sostiene que las operaciones son el último esfuerzo para obligarlo a dejar el cargo.
Maduro elogió el jueves a las fuerzas de seguridad y a una milicia civil por los ejercicios de defensa a lo largo de unos 2.000 kilómetros de costa para prepararse ante la posibilidad de un ataque estadounidense.
En el lapso de seis horas, «se cubrió en tiempo real el 100% de todo el litoral del país, con todo el equipo y armamento pesado para defender todas las costas de Venezuela de ser necesario», dijo Maduro durante un evento gubernamental transmitido por la televisión estatal.
«No guerra, no guerra, no guerra. Sólo paz, sólo paz, sólo paz. Para siempre, para siempre, para siempre. No a una guerra loca», dijo Maduro el viernes, en comentarios aparentemente burlándose de Trump.
La presencia del ejército estadounidense tiene menos que ver con las drogas que con enviar un mensaje a los países de la región para que se alineen con los intereses estadounidenses, según Elizabeth Dickinson, analista senior del International Crisis Group para la región de los Andes.
«Una expresión que escucho mucho es 'Las drogas son la excusa'. Y todo el mundo lo sabe», dijo Dickinson.
«Y creo que ese mensaje es muy claro en las capitales regionales. Así que el mensaje aquí es que Estados Unidos tiene la intención de perseguir objetivos específicos. Y usará la fuerza militar contra líderes y países que no se alineen».
Comparando la lucha contra las drogas con la guerra contra el terrorismo
Los comentarios de Hegseth sobre los ataques han comenzado recientemente a establecer una comparación directa entre la guerra contra el terrorismo que Estados Unidos declaró después de los ataques del 11 de septiembre de 2001 que destruyeron las torres del World Trade Center en Nueva York.
Trump declaró a los cárteles de la droga combatientes ilegales a principios de este mes y dijo que Estados Unidos estaba en un «conflicto armado» con ellos, basándose en la misma autoridad legal utilizada por la administración Bush después del 11 de septiembre.
Cuando los periodistas le preguntaron a Trump el jueves si solicitaría al Congreso que emitiera una declaración de guerra contra los cárteles, dijo que ese no era el plan.
«Creo que simplemente vamos a matar a las personas que están trayendo drogas a nuestro país, ¿vale? Los vamos a matar, ¿sabes? Van a estar como muertos», dijo Trump durante una mesa redonda en la Casa Blanca con funcionarios de seguridad nacional.
Los legisladores de los dos principales partidos políticos han expresado su preocupación de que Trump ordene las acciones militares sin recibir autorización del Congreso ni proporcionar muchos detalles.
Los demócratas han insistido en que los ataques violan el derecho internacional.
«Nunca antes había visto algo así», dijo el senador Andy Kim, quien anteriormente trabajó en el Pentágono y el Departamento de Estado.
«No tenemos idea de hasta dónde va esto, de cómo podría llegar esto, ya sabes, ¿será que habrá tropas en el terreno? ¿Será una escalada de tal manera que podamos vernos estancados durante mucho tiempo?». dijo.
Pero el representante republicano Mario Díaz-Balart de Florida, que ha estado involucrado durante mucho tiempo en asuntos exteriores en el hemisferio, dijo sobre el enfoque de Trump: «Ya era hora».
