El contenido apareció originalmente en: Noticias de América Latina – Aljazeera
Buenaventura, Colombia – Día tras día, mes tras mes, Consuelo Manyoma espera noticias de que su familia de siete miembros puede regresar a casa con seguridad.
Manyoma es de San Isidro, un pueblo afrocolombiano ubicado entre bosques tropicales y el río Calima en el suroeste del país.
Allá, nueve comunidades negras poseen colectivamente 67.000 hectáreas (165.600 acres), donde las familias se ganan la vida con la agricultura, la pesca y la tala. Pero la localidad es también una parada estratégica en el tráfico internacional de cocaína, situada a lo largo de un corredor que los narcotraficantes utilizan para llegar Buenaventurael puerto más grande del país.
Como resultado, los disparos a menudo resuenan en San Isidro, dejando a los aldeanos con miedo a las balas perdidas y otras amenazas. Pero hace dos años, el 10 de abril de 2022, Manyoma y otros residentes llegaron a un punto de ruptura.
Después de varios tiroteos, un toque de queda impuesto y la desaparición de un aldeano, las familias huyeron del pueblo en masa y se subieron a dos autobuses que habían alquilado con las pocas pertenencias que podían transportar.
Pero su huida los metió en medio de otra crisis más: la de desplazamiento interno masivo.
Millones de colombianos se han visto obligados a abandonar sus hogares, mientras el país enfrenta un conflicto de décadas que enfrenta a las fuerzas gubernamentales con los cárteles de la droga, grupos armados y paramilitares de derecha, todos compitiendo por el poder y el territorio.
Desde que dejó San Isidro, la familia de Manyoma y decenas de personas más han vivido hacinadas en el Crystal Coliseum, un estadio deportivo convertido en refugio de emergencia en Buenaventura.
Pensaron que su estadía duraría unas semanas, tal vez meses. Pero ahora, dos años después, Manyoma y otros dicen que se sienten varados en un estado de limbo, esperando una paz que parece nunca llegar y, mientras tanto, luchan por ganarse la vida.
«Es como vivir en una bola de cristal sin salida», dijo Manyoma a Al Jazeera.






