La canción principal de “Everybody Scream”, el nuevo álbum de Florence and the Machine, comienza con un órgano sintetizador superpuesto a una espeluznante armonía coral. En el videodirigida por Autumn de Wilde, Florence Welch se encuentra en un escenario bajo en una casa solariega del siglo XVI con una multitud de personas (ancianos con traje, mujeres con vestidos negros) convulsionándose a su alrededor, como si estuviera dirigiendo un exorcismo masivo. Un aquelarre de brujas con blusas blancas y faldas largas saltan sobre las mesas, con los ojos desorbitados y los dientes al descubierto. Welch, que lleva un vestido rojo carmesí y tacones a juego, escupe flores a un hombre mientras ella se retuerce sobre él. De alguna manera funciona.
Conocida por su cabello rojo, vestimenta bohemia y letras de inspiración pagana, Welch ha aportado fanfarria gótica a la música pop durante casi dos décadas. En sus canciones, comulga regularmente con demonios, fantasmas y demonios. Ha descrito sus presentaciones en vivo como una “iglesia agnóstica”. Su voz es su arma más poderosa, sonora y etérea mientras baila en escenarios cavernosos. Para su álbum anterior, “Dance Fever”, se inspiró en el arte prerrafaelita, la coreomanía medieval y las historias de Carmen María Machadocreando un mundo de encanto agridulce. Pero si su último disco fue un cuento de hadas, ella dijo KROQ, «Ésta es sólo una película de terror».
Durante el proceso de composición, se sumergió en el canon del terror, estudió ocultismo en el Instituto Warburg y leyó libros como «»Edén eléctrico«, que narra cómo la música folk británica de los años sesenta y setenta comenzó a cruzarse con el misticismo. «Hacer el trabajo y dormir solo / descargar Revelations of Divine Love en mi teléfono», canta irónicamente en «Perfume and Milk». Hubo un campamento entrañable en el lanzamiento de “Everyone Scream”, que se estrenó en Halloween: el avanceque también fue dirigida por De Wilde, muestra a Welch gritando como un última chica en un agujero profundo. Incluso tomó lecciones de gritos para prepararse. Welch siempre ha aportado instintos de teatro musical a su trabajo, pero estas referencias mágicas se sienten particularmente bien adaptadas a un álbum que muestra los sacrificios que ha hecho para que su trabajo sea tomado en serio. “Aquí no tengo que estar callada / Aquí no tengo que ser amable, extraordinaria, normal, todo al mismo tiempo”, canta Welch, sobre el poder que encuentra mientras actúa, en “Everybody Scream”. “Pero mírame correr andrajoso, sangre en el escenario / ¿Pero cómo puedo dejarte cuando gritas mi nombre?”
En “One of the Greats”, que Welch escribió mientras estaba de gira con “Dance Fever”, encontramos al artista recuperándose del tipo de actuación eléctrica descrita en el tema inicial. Se imagina enterrada bajo tierra y luego resucitada para seguir haciendo música. Puede que sea una de las mejores canciones de Welch en años: el tipo de gloriosa grabación lenta con la que se hizo famosa. Lo grabó en una única toma de seis minutos, con Mark Bowen, de la banda Idles; durante la producción, Ethel Caín Se agregaron coros. (Los otros colaboradores de Welch en el álbum incluyen Mitski y Aaron Dessner, de el Nacional.) Ella canta sobre el agotamiento, con sólo treinta y seis años:




