
Los residentes retiran sus pertenencias de sus casas dañadas por las inundaciones en Meureudu, Indonesia.Crédito: Hotli Simanjuntak/EPA/Shutterstock
A finales de noviembre, tres ciclones tropicales (Senyar, Ditwah y Koto) devastaron ciudades y pueblos en países alrededor del Océano Índico. En Sumatra (Indonesia), Malasia, Vietnam, Tailandia, las islas Andamán y Nicobar (India), Filipinas y Sri Lanka, lluvias torrenciales, fuertes vientos, deslizamientos de tierra y inundaciones repentinas Mataron al menos a 1.000 personas, enterraron casas bajo metros de barro y destruyeron carreteras y puentes.
La escala destructiva de las tormentas es cercana a la del Tsunami del Océano Índico de 2004como dijo en un comunicado Muzakir Manaf, gobernador de Aceh, Indonesia. Sin embargo, el mundo ha pasado por alto esta emergencia. Millones de personas han sido desplazadas y muchas están enfermas o hambrientas, pero la ayuda ha tardado en llegar. Pocas personas han reconocido la naturaleza inusual de los ciclones y lo que presagian para el futuro del mundo.
Los sistemas de alerta temprana de desastres están «condenados al fracaso»: sólo la acción colectiva puede colmar las lagunas
La lluvia fue tan intensa que creó «un mar agitado en la tierra», como me dijo mi amigo en la ciudad de Langsa en Sumatra antes de que perdiéramos el contacto. Una semana de diluvios continuos provocó una poderosa corriente fluvial similar a un tsunami que arrasó puentes de concreto, arrastró árboles maderables gigantes de los bosques invadidos e inundó a las personas en sus hogares.
Pero estas horribles escenas también conllevan frustración. Algunos países, como Sri Lanka, han declarado una emergencia nacional y han pedido ayuda internacional. Otros, incluida Indonesia, ni siquiera han reconocido que se trata de una crisis. El presidente de Indonesia, Prabowo Subianto, celebró su primera reunión de gabinete sobre el desastre el 27 de noviembre, diez días después de las primeras lluvias intensas y deslizamientos de tierra en el norte de Sumatra. Al momento de imprimir este artículo, el gobierno aún no ha declarado una emergencia nacional.
Estoy desconcertado por la lenta respuesta. Muchos pueblos y ciudades de Sumatra Occidental, Sumatra Septentrional y Aceh están desconectados del resto del mundo. Los alimentos escasean y los precios se disparan; Los hospitales han colapsado. Los gobiernos locales han enviado algo de ayuda, pero la infraestructura dañada ha obstaculizado el proceso.
El hecho de que Indonesia no haya declarado esto como una emergencia nacional significa que la ayuda internacional tarda en llegar. La cuestión se ve exacerbada por el silencio de gran parte de la comunidad internacional. Algunos líderes mundiales han expresado sus condolencias y las Naciones Unidas han ofrecido ayuda. Pero aún no ha llegado ninguna noticia de la Unión Europea o de Estados Unidos.
Riesgo de huracanes en un clima cambiante: el papel de la incertidumbre
Quizás una de las razones de los retrasos sea la escasa cobertura de la crisis en los medios de comunicación mundiales, que no han logrado retratar la enorme escala de esta catástrofe. Inicialmente, los medios de comunicación informaron sobre una serie de inundaciones país por país, ignorando la conexión entre ellas. Ahora se informa que el desastre es «inundaciones del sudeste asiático», un cambio que es bienvenido, pero que aún pasa por alto la raíz del problema.
La región del Océano Índico es especialmente vulnerable a las condiciones climáticas extremas, debido a una combinación de cambio climático y una grave degradación ambiental, incluida la deforestación y la minería. El hecho de que la mayoría de los activistas climáticos internacionales tampoco denuncien la situación como una tragedia climática es otra omisión preocupante.






