Como lector disfrutado de la relectura de la novela “La Linares”, escrita por Iván Éguez (1944), que este año cumple el 50 aniversario de su publicación, a raíz de la obtención del premio de literatura “Aurelio Espinosa Pólit”, en 1975. A este galardón se unen decenas de ediciones en el Ecuador y el extranjero, y más de cien mil ejemplares vendidos.
“La Linares sitúa su acción y personajes en el ambiente quiteño de los años cuarenta y cincuenta.. Como en otras novelas de este escritor, la referencia a situaciones y acontecimientos históricos es constante. El lector se deja llevar por un narrador hábil que sabe contar con amenidad e interés, ya quien no le falta el humor y la ironía. El poder político, el del dinero, el de la información e, inclusive, el eclesiástico, son subyugados por una mujer cuyas armas son su belleza y su astucia…”, dice la contraportada de la edición de Planeta y Abrapalabra Editores.
La protagonista se autodefinirá: «Yo soy La Linares, piedra de toque de la ciudad. Nací el año siguiente a la masacre. Uno de mis hombres dejó escrito que mis ojos almendrados son como arenas movidas».
Según Manuel Corrales Pascual, La Linares “es una novela que explora las complejidades de la condición femenina en la sociedad ecuatoriana del siglo XX. A través de la historia de María Linares, la novela aborda temas como la hipocresía, la prostitución y la lucha por los derechos de la mujer. Éguez utiliza la novela como un medio para denunciar la injusticia social y cultural de la época, así como para reflexionar sobre la condición de la mujer en la sociedad ecuatoriana. La obra no solo es una narrativa literaria, sino también un testimonio de la lucha pasada, presente e incluso futura de la mujer por alcanzar sus derechos”.
Para el escritor Juan Valdano, «La Linares de Iván Éguez es una novela simbólica ambientada en las décadas de 1940 y 1950 en Quito. Los acontecimientos políticos, económicos y eclesiásticos transportan a los personajes con ironía y humor a una ciudad alimentada por leyendas». La novela ha sido traducida a varios idiomas. La Casa de las Américas de Cuba publicó la obra literaria, ya que se editó en momentos de influencia de la Revolución Cubana”.
Con respecto a su narrativa, El crítico Raúl Vallejo, destaca «el lenguaje poético que utiliza Éguez con ciertas características barrocas. También recurre al humor como una posibilidad de recuperar una picaresca para nuestra literatura, presenta personajes que llevan su sentimiento al límite de la entrega, al punto trágico donde las palabras y los gestos se consumen en actos significativos».
En mi opinión, La Linares es una metáfora de la vida de Quito, en los escenarios de mediados del siglo XX, por el carácter simbólico de sus personajes. -casi caricaturizados- que registra la cara oculta de una ciudad envuelta en la hipocresía, la corrupción y los vicios contaminados por el poder, las creencias y acreencias.
De fácil lectura, Éguez atrapa al lector mediante un relato satírico -a través de varios narradores- rico en vocablos, frases y aforismos naturales, que retratan la conciencia -o mala conciencia- de La Linares en varios episodios, en ambientes históricos en los que se entrecruzan la realidad con la imaginación y la fantasía.
Deseada, amada, utilizada y despreciada, La Linares es una mujer pública que se lanza contra los estereotipos de las mujeres “normales” en una ciudad conventual, que encubre sus pecados, y reivindica su vida libertina. En ese sentido, la novela tiene valor estético, ético y épico, porque el texto es una hazaña lingüística donde la parodia cobra protagonismo y nos ayuda a comprender la condición humana, en el marco de una ciudad san franciscana.




