el gracioso petirrojo, ese pajarito menudo, inquieto y de simpática apariencia se deja ver durante estos meses de invierno en gran parte de España. Es muy fácil de reconocer, gracias al vivo color rojizo (en realidad, anaranjado) que mancha todo su pecho y hasta la cara.
Es un ave que pesa apenas 15 o 20 gramos, pero pese a su diminuto tamaño puede realizar un largo vuelo hasta España desde el centro y el norte de Europa para pasar el invierno. Estos ejemplares refuerzan a la población sedentaria española, de modo que la especie se encuentra aquí todo el año.
El petirrojo europeo se mueve habitualmente por el suelo en busca de insectos. Para cantar se posa en las ramas altas de los árboles, ya sea en invierno o durante la temporada de cría.
Simpático, pero agresivo
En contra de lo que presagia su aspecto, resulta ser muy agresivo, tanto con ejemplares de su misma especie como con el resto de las aves que puedan entrar en su territorio, no solo en la época reproductora, sino también durante la invernada.
Sin embargo, con los humanos es un ave muy confiada y es habitual que se acerque a las personas en parques y jardines de zonas urbanas.

El petirrojo suele estar en el suelo buscando insectos. / Pinterest
En invierno resulta muy común en toda la Península, Ceuta, Baleares y Canarias, pero evita las montañas, sobre todo en la mitad norte. En cambio, en primavera se invierte el patrón, y su distribución se ajusta a grandes rasgos a los territorios con precipitaciones elevadas o moderadas (pocas veces inferiores a los 600 milímetros anuales). En efecto, en esa época se localiza principalmente en el norte de España, exceptuando los valles del Ebro y del Duero, y penetrando hacia el sur a favor de las montañas (Sistema Ibérico, Sistema Central, Montes de Toledo, Las Villuercas, Sierra Morena y sierras béticas) y de los bosques de ribera. Desaparece en Baleares y se mantiene en Canarias, explica la web de la Sociedad Española de Ornitología (SEO-BirdLife).
Las leyendas del petirrojo
El petirrojo, además, está envuelto en curiosas leyendas relacionadas con esas fechas navideñas que lo convierten en un pájaro aún más entrañable y demuestra el afecto que siempre ha suscitado entre la población.
En Gran Bretaña se cuenta que el color de su pecho se debe a que, cuando Jesucristo vio hallaba la cruz, un petirrojo le llevó una gota de agua en su pico para paliar su sed, y el ave terminó manchado con la sangre de su rostro.
Una variante de esta creencia señala que, estando Jesús en la cruz, un petirrojo se le acercó para intentar arrancar una de las espinas que herían su cabeza y, al hacerlo, se manchó el pecho con la sangre que manaba de sus lesiones.
Otra leyenda irlandesa explica que, cuando Jesús nació en Belén y estaba aún en el pesebre, el fuego de la hoguera que lo calentaba estaba apagándose. Un petirrojo que estaba cerca Voló hasta su nido para coger algunas ramitas con las que lo había construido y usarlas para avivar el fuego.. Al colocarlas en él, consiguió su objetivo, pero las llamas fueron tan potentes que se quemó el pecho, quedando marcado en rojo para siempre.
Leyenda de Euskadi
En el País Vasco, donde a esta ave se la conoce como txantxangorri, su presencia se relaciona con la buena suerte y augura cambios positivos en la vida de las personas.
También se cree que aparición de un petirrojo en una señal de que el alma de un difunto está velando por nosotros.
Según explica el blog tradicionsilvestre.comuna antigua leyenda vasca cuenta que el diablo (etsai) construyó un caserío en el que por las noches atraía a montañeros y curiosos mediante música y risas. Pero al llegar allí, los clavaba en el suelo con clavos para que no pudieran huir y, de este modo, robarles el alma. Pero la madre Tierra (Ama Lur), al descubrirlo, intenté ponerle remedio.
Una noche, Ama Lur localizó el caserío del diablo y subió un fuego mientras quitaba los clavos que retenían a las almas atrapadas. el diablo etsaial descubrirlo, arrojó su manto sobre la hoguera para apagarla y desorientar a Ama Lur. Sería entonces cuando un pequeño txantxangorri Comenzó a soplar las brasas para volver a encender el fuego, hasta que el plumaje de su pecho quedaría teñido con el color de las llamas.testimonio de su valentía.




