Maximiliano Salas Fue durante unos meses trending topic. Primero por la revolución que implicó su traumática salida de Carrerasvía cláusula para llegar a Ríopor la millonaria inversión del CARP para rescindir su contrato en Avellaneda, por los dardos cruzados entre las dirigencias de los dos grandes y del propio delantero, hostigado por el público racinguista y devolviendo munición gruesa contra la CD de Diego Milito. Pero inmediatamente pasado ese proceso, el correntino siguió siendo la portada de los diarios por su propio rendimiento: de arranque (y realmente de arranque, con un gol en su debut ante Platense), Salas cumplió con las expectativas que había generado y, además de sus goles y sus asistencias, especialmente ganó una ascendencia necesaria para un River que regresó alicaído de un decepcionante. Mundial de Clubes. Fue el propio Salas el que contagió a un equipo de brazos bajosque se había mostrado sin hambre ni energía en el primer semestre de 2025, el que empezó a ser un líder futbolístico dentro del campo, arengando a sus compañeros, pidiendo la pelota, corriendo y mordiéndoles los tobillos a todos los defensores rivales. Pues bien, esa versión del punta de 28 años lentamente se fue diluyendo hasta quedar igualada a la del resto de un River que en los últimos meses de la temporada jugó en modo zombie.roto físico y sobre todo mentalmente.
Sí, Salas contagió a River, pero River lo terminó contagiando a él. Como si fuera un tsunami que arrasa con todo, o la acción de multiplicar por cero, el aura de derrota que cargó el equipo desde la eliminación de la Copa Libertadores a manos de Palmeiras se llevó puesto también al jugador más optimista y positivo del plantel en términos futbolísticos. Después de aquella ley del ex contra Racing por Copa Argentina, Salas se apagó, con malos rendimientos, una floja versión física. (antes de ese 1-0 que decidió no gritar y del cabezazo que ilusionó al CARP en la vuelta con Palmeiras sufrió por un severo esguince de rodilla que lo marginó un buen tiempo) y futbolística e incluso con errores no forzados como aquella expulsión ante Deportivo Riestra en el Monumental.
Así, el desafío para el delantero en 2026 será retomar aquella versión inicial que empezaba a justificar no solo los 8.000.000 de euros netos que invirtió el club en él sino también la complejidad de esa incorporación. En todo caso, lo que quedó demostrado es que no dependerá solo de él: tal vez un espejismo inicial engranaje, Salas no podrá arriar con un unipersonal a todo un equipo que no funciona sino que deberá ser un más, y uno importante, para el nuevo River que empieza a proyectar un Marcelo Gallardo que en el último partido del año, justo contra Racing y en el Cilindro, lo vio tan mal al delantero de Curuzú Cuatiá que decidió sacarlo en los primeros minutos del segundo tiempo.
Para eso trabaja Maxi en el inicio de esta pretemporada en el River Camp que seguirá en San Martín de los Andes tras el brindis de Año Nuevo y terminará en Punta del Este con los amistosos preliminares al debut por los puntos ante Barracas de visitante. Al punta se lo vio en buena forma en los primeros entrenamientos después del descanso y todavía es una carta importante pensando en la temporada que viene. En cualquier caso, quedó en evidencia que para que el correntino sea más útil ya no deberá jugar como centrodelantero, un rol que puede cumplir pero que no lo encuentra en su hábitat natural: con cuatro goles en 18 presentaciones con la Banda, MS7 se mantuvo en el promedio goleador de toda su carreraque es bajo si se lo considerará 9 de área. El diagnóstico está hecho. Ahora, a Salas de máquinas.







