Alejado del psicodrama familiar, David Trueba homenajea a su familia en Mi 69, un libro cargado de nostalgia, sentimiento y crítica social. Es un breve ensayo autobiográfico que no supera las 150 páginas, pero que condensa una reflexión profunda y afectuosa sobre su año de nacimiento, con una nostalgia serena y una ternura inagotable hacia la familia.
El título, juguetón y provocador, alude tanto al año 1969 —cargado de simbolismo global y local— como a la posición sexual que representa el “compromiso democrático” en el placer mutuo, un “viceversa” que define la época de cambios e inversiones de roles.
El libro es un agradecimiento sincero por el mundo al que llegó el autor en 1969.. Lejos de ser un ejercicio frío de memoria histórica, el libro palpita con afecto, humor melancólico y una calidez que envuelve al lector como un abrazo de aquellos tiempos humildes.
La originalidad narrativa radica en la perspectiva: Trueba se imagina como un feto observador, asomado al mundo desde el vientre de su madre, escribiendo por primera vez sobre lo que no conoce ni ha vivido.
«El padre, exfalangista arrepentido de un pueblo vallisoletano, le regala años después su carne de Falange con una nota: Como recuerdo de mis años de ignorancia.«
La concepción ocurre en un acto breve y cotidiano que el autor describe con humor autodespreciativo: La noche en que fui engendrado no pasará a la historia de los coitos. Desde ahí reconstruye el Madrid de 1969, al que llega como benjamín de una familia numerosa de ocho hermanos, en un barrio en expansión urbana, entre descampados y bloques nuevos, sin caer en el lamento de “cualquier tiempo pasado fue mejor”. Donde las relaciones humanas eran en aquel tiempo un baúl de silencios y sombras. ¿Cuándo no?
El libro es un ejercicio de memoria agradecida, pausada y atomizada, que pone de manifiesto. la trascendencia de las decisiones que han tomado por ti cuando llegas al mundo. Todos somos fruto de mil factores, muchos de los cuales ya están ahí esperandonos al nacer.
Trueba dibujó un retrato tierno de sus padres: humildes, cariñosos, marcados por la posguerra. El padre, exfalangista arrepentido de un pueblo vallisoletano, le regala años después su carne de Falange con una nota: Como recuerdo de mis años de ignorancia. Esta anécdota resume el tono del libro: sin rencor, con comprensión hacia una generación que navegó la dictadura con sus contradicciones. La madre, pilar silencioso, encarna la resiliencia femenina en una España aún patriarcal, donde ellas “arruinaban” su vida por los hijos, donde las mujeres. No podía permitirse el lujo de la desesperación.
«Mi 69 No pretendo revolucionar el género autobiográfico, pero brilla por su sinceridad, calidez y ligereza. Es un retrato generacional preciso para quienes nacimos en esa época turbulenta y un espejo para generaciones posteriores.«
Más allá de lo familiar, Mi 69 expande la mirada al contexto histórico. 1969 llega tras el revulsivo Mayo del 68, con el alunizaje del Apolo 11, Woodstock y las protestas contra Vietnam resonando en el mundo. Unos años donde la crueldad gratuita se transpiraba en los colegios de entonces que, unido a la hambruna sexual, contaminaba toda la sociedad española. En España, el franquismo agonizaba: el turismo masivo traía divisas y aperturas (veinte millones de visitantes), el cine y la música introdujeron grietas liberadas.. Trueba agradece haber crecido en esa transición: Agradezco haber conocido la agonía del franquismo, porque la cultura actuaba como “cuña” contra el control eclesiástico y tradicional. Películas, canciones y libros normalizaban temas tabúes: libertad sexual, rol de la mujer, homosexualidad, aprendizaje de sus hermanos mayores que cuanto más sabían de fuera menos les gustaba lo de dentro. La gangrena de la corrupción entre el poder empresarial y político se había instalado en el sistema sanguíneo del país durante muchos años. Y ahora sigue.
Mi 69 No pretendo revolucionar el género autobiográfico, pero brilla por su sinceridad, calidez y ligereza. Es un retrato generacional preciso para quienes nacimos en esa época turbulenta —prometedora en lo global, asfixiante en lo local— y un espejo para generaciones posteriores sobre las raíces de la España democrática. Trueba no juzga, agradece: el cariño familiar como ancla y la cultura como liberación. aunque, como dice Trueba, no conviene engañarse: el marco del país era hostil a la renovación. Una sociedad en la que el nepotismo era la ley del ascenso primordial.
«Recomendado para quienes buscan literatura que une lo íntimo con lo histórico sin pretensiones. Una obra encantadora que confirma a Trueba como cronista lúcido de su tiempo.«
En un panorama literario saturado de memorias grandilocuentes, esta joya breve deja una sonrisa melancólica y una reflexión serena: nacimos en un mundo ajeno, pero lo hacemos nuestro.
Trueba nos deja una reflexión que trasciende más allá del año de su nacimiento: Todos los padres tendemos a pensar en un mundo nuevo para nuestros hijos, pero el mundo es solo mundo y el futuro es hoy una combinación de guerras tan sucias como todas, de una pobreza insultante, de una desigualdad irrefrenable y de unas cuotas de estupidez en la escena pública que ninguna. civilización inteligente que quiera seguir autodenominándose inteligente puede permitirse. En un clima de enfrentamiento, a la gente de bien le toca en el reparto el papel de víctimas, de muertos.
Recomendado para quienes buscan literatura que une lo íntimo con lo histórico sin pretensiones. Una obra encantadora que confirma a Trueba como cronista lúcido de su tiempo. Un libro que, al cerrarlo, deja una sonrisa tierna y un nudo suave en la garganta.
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Autor: David Trueba. Título: Mi 69. Editorial: Anagrama. Venta: Todos tus libros.




