
El desprecio de Donald Trump por el Derecho Internacional se supera con cada día que pasa. En cierta ocasión parafraseó a Napoleón para afirmar que lo que es bueno para Estados Unidos no puede ser malo, de acuerdo con la ideología nacionalista de sus eslóganes América primero y MAGA (Hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande) que quieren decir que Estados Unidos hará todo aquello que le haga más fuerte, más seguro y más próspero o, al menos, lo que Trump piense que va en esa dirección que no es exactamente lo mismo, porque enajenarse a amigos y aliados como él hace no contribuir a fortalecer a su país en el mundo. La ambición le ciega y además los líderes autoritarios como él se rodean de si-hombres que solo les dicen lo que quieren escuchar y eso les aleja cada vez más de la realidad. Eso es malo.
Otros ejemplos del desprecio de Trump por el Derecho Internacional lo tenemos en la persecución a una vez jueces y fiscales del Tribunal Penal Internacional (TPI) por investigar presumibles delitos de guerra cometidos por Israel en Gaza y por EEUU en Afganistán, y en la sanción a la Relatora Especial de la ONU para los Territorios Palestinos ocupados que se ha atrevido a denunciar lo ocurrido en Gaza como genocidio. Ahora Washington planea ir aún más allá y penalizar al TPI en su conjunto si no modifica su texto fundacional, el Estatuto de Roma, para que no pueda perseguir a estadounidenses ya sus amigos, hagan lo que hagan. Ese desprecio se muestra también en la imposición de aranceles del 50% a Brasil por enjuiciar al expresidente Bolsonaro por intento de golpe de Estado, y en el bloqueo al petróleo venezolano o en los bombardeos sobre Irán sin mandatos previos del Consejo de Seguridad. Por no hablar de las ejecuciones extrajudiciales al ametrallar lanchas venezolanas de supuestos traficantes de droga. O sea, en opinión de EEUU el Derecho Internacional es algo que deben cumplirlos otros pero que no se les aplica a ellos. Seguro de a Vladimir Putin y Xi Jingping no les parece mal esta interpretación que armoniza con la de los que defienden que la moral ha sido siempre cuestión de clases medias pues nunca la han obedecido ni los muy ricos ni los muy pobres. Esa es otra mala noticia.
Y ahora Donald Trump ha dado otra vuelta de tuerca en su desprecio del Derecho Internacional y de la misma UE al atacar nuestra soberanía e integridad territorial. Yo, en mi inocencia, pensaba que eso solo lo hacían los malos como Putin en Ucrania y Xi en el Mar del Sur de Chin.a, pero ahora se les une el presidente norteamericano cuando nombra a JeffLandry, gobernador de Luisiana, como enviado especial para Groenlandia con el encargo de convertirla “en parte de Estados Unidos”. No dice si por las buenas o por las malas aunque no excluye la presión económica o la fuerza militar. Dice que lo hace por razones de seguridad nacional esas razones son exactamente las mismas que Putin alega para invadir Ucrania y Xi para quedarse con el Mar del Sur de China sin respetar los derechos de otros países ribereños. De esta manera los tres hombres fuertes imponen sus zonas de influencia al margen de lo que diga o deje de decir el Derecho Internacional.
Groenlandia es importante desde un punto de vista geoestratégico y ya el presidente Roosevelt quiso comprarla por cien millones de dólares. Una isla gigantesca junto al polo Norte, como cuatro veces España y con solo 57.000 habitantes, que es una región autónoma dentro del Reino de Dinamarca. Groenlandia tiene importantes recursos naturales bajo la capa de hielo que la cubre y una importante proyección sobre las rutas marítimas del océano Ártico, que el cambio climático hace navegable y que también dispone de un rico subsuelo. EEUU tiene allí la base militar de Pituffik pero no le basta, quiere toda Groenlandia y su pretensión ya ha sido contestada tanto desde Copenhague como desde Bruselas recordando que no se puede jugar con la integridad territorial y con la soberanía de ningún país y menos aún de un aliado en la OTAN. Así, mientras la relación trasatlántica sigue deteriorándose, nadie está a salvo en el mundo hacia el que vamos y supongo a los canadienses muy preocupados al ver rapar las barbas de su vecino. Porque luego van ellos.




