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Hace cincuenta años exactos, el rey Juan Carlos pronunció su primer mensaje navideño. Había pasado un mes desde su proclamación el 22 de noviembre de 1975, y junto a la reina Sofía, las infantas Elena y Cristina y el príncipe Felipe, el recién estrenado jefe del Estado apareció sentado en el salón familiar de la Zarzuela delante de un belén gigante. Un mensaje simple, de poco más de seis minutos, en el que pidió unidad para afrontar el futuro y cerró con una cita bíblica: “Paz a los hombres de buena voluntad” (Lucas 2:14).
El peso, cada vez más evidente, de la princesa Leonor alivia la sombra del rey Juan Carlos
En cinco décadas, aquel rey joven y dispuesto se ha convertido en un hombre mayor y doliente, protagonista ausente en las celebraciones por el 50.º aniversario de la restauración de la monarquía.
Autoexiliado en Abu Dabi desde el verano del 2020, el padre del Rey no fue invitado a los actos conmemorativos, y lo que debía haber sido una fecha feliz se vio opacada por la aparición de reconciliación su libro de memorias en el que, además de reivindicar su indiscutible legado, mostró sus heridas, muchas de ellas autoinfligidas.

El Rey, el pasado 21 de noviembre, tras imponer a su madre, la reina Sofía, el Toisón de Oro
La Zarzuela tuvo que hacer encaje de bolillos para convertir el aniversario de la proclamación de Juan Carlos I en una celebración de la Corona, extendiendo a otros protagonistas el papel del anterior rey en el camino de la transición democrática. La entrega conjunta del Toisón de Oro a la reina Sofía, a los padres, aún vivos de la Constitución, Miquel Roca i Junyent y Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, y al primer presidente del Gobierno socialista, Felipe González, permitió a Felipe VI reivindicar el papel de la monarquía parlamentaria, sin olvidar los méritos de su padre pero, al mismo tiempo, reconociendo a los de los políticos condecorados, a los que puso de ejemplo de concordia y diálogo en estos tiempos convulsos.
El Rey, hombre prudente y templado, en sus once años de reinado ha dejado atrás una herencia envenenada para consolidar un presente sanador (las encuestas internas le dan el apoyo de dos tercios de la población) y encarar un futuro prometedor, con el cada vez más evidente peso de la figura de la princesa Leonor. La heredera ha hecho ya algunos guiños a su generación, la Z –“hija de una X y un boomer ”, dijo en Oviedo– y sus apariciones, sobre todo a bordo del buque escuela Juan Sebastián de Elcano, y recientemente pilotando en solitario un avión de entrenamiento, durante su formación en la Academia del Aire de San Javier, la dibujan como una joven responsable más allá de la magia principesca de los cuentos de hadas.
El empeño del jefe del Estado ha sido el de repetir sin descanso, en los últimos meses, un mensaje que, con la defensa de la vigencia de la Constitución, gira en torno a la unidad, la convivencia, el respeto a las instituciones y el diálogo para superar la discordia, con especial énfasis en la cohesión de España y el futuro de las nuevas generaciones.
En su día a día, el Rey sortea, con algunas dificultades, las tormentas políticas. La izquierda radical no pierde ocasión de poner en entredicho la existencia de la Corona; el Gobierno, con miembros también discrepantes, sigue sin aprovechar todo su potencial, sobre todo en lo referente a las relaciones exteriores; y desde la derecha, la clásica y la ultra, se continúa patrimonializando la figura del Rey, como si todos olvidaran el lema que Felipe VI sí ha heredado de Juan Carlos I: su compromiso de ser el rey de todos los españoles.
Un ligero viraje en el diseño de los actos del Rey, con la disposición de la Reina a identificarse con causas como la salud mental, la alimentación o la cooperación, les ha llevado este último año a mantener más contactos directos con la ciudadanía. Con la tragedia de la dana se hizo evidente que los Reyes no necesitaban intermediarios para acercarse a la gente. Lo volvieron a hacer, este verano, visitando las zonas afectadas por los incendios y, también sin necesidad de catástrofes, se comprobó hace diez días cuando el Rey se paseó, entre muestras de afecto, por los puestos del mercado de La Florida, en l´Hospitalet.




