
A través de mi perfil @curiosisimo_ en la red social Instagram me preguntan sobre el origen de las bolas de navidad.
Antes de que el arbol de navidad se llenara de esferas brillantes, sus adornos eran frutas y dulces de verdad. En la Europa medieval, la víspera del 24 de diciembre se colocaba en las casas el llamado 'árbol del paraíso'el cuál también sirvió para recordar la historia de Adán y Eva. Se colgaban manzanas rojas en recuerdo del fruto del Génesis y también obleas, y con el paso del tiempo se sumaron nueces y otras golosinas que pudieron descolgarse durante la celebración.
Aquel árbol, nacido como símbolo religioso, se fue convirtiendo poco a poco en un centro de fiesta doméstica donde convivían devoción, color y pequeños regalos para compartir.
La pareja manzanas y nueces tenía sentido práctico y visual. Las manzanas daban color y aroma, mientras las nueces se podían dorar, envolver o colgar en pequeñas bolsas, listas para descolgar y compartir.
En algunas crónicas germánicas del siglo XVII se mencionan árboles con frutas, nueces y flores de papel, siendo esta una costumbre que viajó de casa en casa y de país en país gracias a comerciantes y migrantes, hasta quedar asociada de forma definitiva a la Navidad moderna.
El salto a los adornos de vidrio llegó en el siglo XIX en Lauscha, Alemania, un valle de artesanos del soplado. Para sustituir la fruta fresca, frágil y poco duradera, comenzó a fabricar piezas huecas en forma de manzanas y nueces, plateadas por dentro para que brillaran a la luz de las velas. Aquellas frutas de vidrio gustaron tanto que pronto se redondearon en esferas, más fáciles de producir y de colgar, surgiendo de ahí nacen las bolas que hoy en día llenan los árboles de todo el planeta.




