JOSÉ LUIS MUÑOZ
El infierno matrimonial en una película áspera y sin concesiones que sigue las tensiones previas al divorcio entre su protagonista María (una excelente Helga Guren), madre de cuatro hijos, y su segundo marido Sigmund (Oddegeir Thune) cuando es consciente de que hay otra mujer en su vida, una tira y afloja que suele acompañar a las decisiones de ruptura cuando cada una de sus partes no quiere renunciar del todo al vínculo matrimonial a pesar de saber que ya todo está roto y es imposible coserlo.
Hablando de cine nórdico, en donde el tema de la ruptura es recurrente, uno siempre echa la vista atrás y se acuerda del grandísimo Ingmar Bergman. La directora noruega Lilja Ingolfsdottir no es el director sueco, pero saca partido al tema, describe bien el infierno, introduce una problemática de esos segundos matrimonios que llevan a cuestas sus respectivas cargas, los hijos de la anterior pareja, especialmente la díscola Alma (Maja Tothammer-Hruza) y, aunque se centra en María, la protagonista absoluta de ese drama, no se olvida del marido y su nueva relación que tampoco empieza con buen pie.
Adorable se centra mucho en el aspecto clínico emocional del asunto, cuando la pareja acude a la terapeuta (Heidi Gjermundsen) como último recurso, y en las conversaciones que María tiene con su madre (Elisabeth Sand) internada en un geriátrico. Hay tensión, violencia verbal en los mutuos reproches que se cruza la pareja y aridez cinematográfica en una puesta en escena minimalista. La película de Lilja Ingolfsdottir incomoda al espectador que no empatiza con su protagonista femenina. Ni él ni ella son personajes simpáticos, ni se intuye que su relación haya válido la pena. Real como la vida misma. El resultado es irregular.
