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La voz de Diosdado Cabello es inconfundible. En la cárcel El Rodeo I, a media hora de Caracas, entra por los parlantes del primer piso del ala A, B y C, donde el régimen de venezuela encierra a los extranjeros que acusa –sin pruebas en casi todos los casos y tras someterlos a interrogatorios interminables– de participar en supuestos planes para asesinar a Nicolás Maduro. Vestidos de azul celeste, los presos son obligados a escuchar, una vez por semana, el discurso de Cabello en su programa Con el mazo dandodonde un público lo aplaude y ovaciona sin descanso. Los foráneos que lo oyen desde la prisión duermen en camarotes de piedra, respiran un olor fecal que por momentos parece pegarse a la piel y sienten que cada emisión del número dos del chavismo es una tortura para la cabeza.
«Es una orden presidencial secuestrar gente para hacer parecer que todos quieren matar a Maduro. Ellos saben que uno es inocente», dice Wilson Javier Vargas Jiménezuno de los 17 colombianos que recuperaron su libertad el 24 de octubre, después de ser detenidos tras las elecciones del 28 de julio de 2024.
Ministro del Interior de Venezuela, Diosdado Cabello Foto:EFE
El 15 de mayo, Wilson viajó a Bogotá desde Miami –donde formó su familia y trabaja como ingeniero en una empresa de construcción– con la intención de asistir a una cita en la embajada estadounidense el 2 de junio. Aprovechando su presencia en el país, una familia venezolana amiga le pidió llevar unos medicamentos hasta San Cristóbal para el padre enfermo de un conocido, y él aceptó. Sin embargo, en el retén de Peracal, San Antonio, municipio fronterizo de Táchira, los funcionarios revisaron su documentación y, al ver que su pasaporte había sido expedido en Estados Unidos, les cambió el semblante: de inmediato lo trataron como un sospechoso y quedó encaminado a un interrogatorio que terminaría en Caracas y, finalmente, en prisión.
«Esto es completamente político. Teníamos claro que éramos fichas de cambio, porque nadie sabe cuándo va a salir. Hay personas que llevan siete años detenidas sin juicio ni abogado», asegura el abogado cucuteño Edwin Iván Colmenarestambién liberado hace apenas un mes.
Este es Edwin Iván Colmenares García. Foto:redes sociales
Colmenares recuerda que en El Rodeo I —uno de los centros de reclusión reportados por organizaciones defensoras de derechos humanos como sitios de tortura de presos políticos en Venezuela— la ansiedad lo devoraba día y noche: episodios de ahogo, llanto y miedo profundo lo invadían mientras trataban de comprender cómo, sin ningún antecedente penal, pasaba de en una institución de trabajo sin ánimo de lucro que realiza proyectos comunitarios a estar encerrado en otro país por supuesto espionaje, tras intentar tomar un camino más corto de Arauca hasta Cúcuta pasando por territorio venezolano.
Por su parte, el regreso de Brayan Sair Navarro Cáceres a Pueblo Bello (Cesar) pareció el recibimiento de un héroe. Cientos de personas vestidas de blanco salieron a las calles en motos, camionetas ya pie, formando una caravana que, entre aplausos, banderas y bocinas, parecía desbordarse por las vías.
Brayan Navarro es recibido por su pueblo natal. Foto:Cortesia.
Brayan, perteneciente a la etnia arhuaca, alcanzó a estar nueve meses detenido en Venezuela. Su único “delito” fue buscarse la vida trabajando como chofer de una familia colombiana en Valencia, la capital del estado de Carabobo. “Para ellos (las autoridades venezolanas) yo era un delincuente, sabiendo que era inocente”, expresa.
En la cárcel El Rodeo hay aproximadamente 115 extranjeros de 35 nacionalidades, según cuentan los colombianos que recién salieron. Todavía están presos cerca de 22 colombianos que fueron detenidos sufriendo casi el mismo patrón que ellos: capturados sin orden judicial después de los comicios, incomunicados y presentados luego en televisión como parte de supuestas tramas para tentar contra el régimen.
Durante 18 horas, con un detector de mentiras ajustado a su abdomenWilson Javier Vargas tuvo que responder una y otra vez las mismas preguntas: si había viajado para matar a Nicolás Maduro, si se había reunido con alguien para planear un asesinato o una conspiración contra el Gobierno venezolano, o si tenía algún tipo de entrenamiento o adoctrinamiento en ese país.
Maduro encabeza marcha por el 12 de octubre en Caracas. Foto:cortesia
A mediados de junio fue llevado, junto a otras 12 personas, a un tribunal improvisado en una capilla, donde un supuesto juez leyó unos cargos que no podía creer. Estos indicaban que había sido encontrado en un aeropuerto con material subversivo, que tenía acusaciones por terrorismo y conspiración, y que enfrentaba penas de hasta 40 años de prisión. Tiempo después, una abogada contratada por su familia confirmó que su nombre no apareció en ningún tribunal, proceso abierto o registro oficial. Para la justicia venezolana, estaba prácticamente desaparecida. La misma abogada advirtió que, si se acercaba a una cárcel a preguntar por él, incluso ella podía terminar arrestada.
El fantasma de la invasión
Los colombianos aseguran que en El Rodeo se respira un temor constante a una posible invasión de Estados Unidos. Superaron por primera vez del despliegue militar en el Caribe al escuchar el programa de Diosdado Cabello. «Las autoridades venezolanas estaban haciendo ejercicios militares dentro de la cárcel. Una vez escuchamos que ese era uno de los lugares que podrían ser tomados», afirma Colmenares.
Para los colombianos que hablan con este diario, la vida de los connacionales que siguen presos está en riesgo. Denuncian que las autoridades venezolanas han llegado a amenazar con atentar contra los reclusos extranjeros en caso de una incursión militar de EE.UU. UU. «Sigan la insistencia por los compañeros que quedaron allá, que esas liberaciones sean pronto; esas familias deben estar con mucha angustia. Tememos por la seguridad de los compañeros que están ahí. Si llega a pasar algo, ¿cómo hacen para defenderse? Nos tenían como escudos, los que están allá son escudos para ellos.”, dice Brayan.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en la Oficina Oval. Foto:AFP
Entre los colombianos que permanecen presos en El Rodeo I se encuentran Martín Emilio Rincón Quitián, Carlos Alberto Cañas Carreño, Danner Gonzalo Baraja Luque, Manuel Alejandro Tique Chaves, Arlei Danilo Espitia Lara, Luis Eduardo Quinchia, Pantaleón De La Asunción Aragón, José Luis De La Asunción Aragón, Moisés David Uribe Garizao y Luis Carlos Peña.
De acuerdo con los connacionales que regresaron al país el 24 de octubre, la Embajada de Colombia en Caracas visitó, un día antes, en ese centro penitenciario, al grupo que no fue autorizado para salir, con el objetivo de transmitirles que se mantendrán activas las gestiones para garantizar el respeto a sus derechos procesales.
La canciller Rosa Villavicencio y el embajador Milton Rengifo en Cúcuta. Foto:Cancillería.
Desde el Gobierno colombiano aseguran que Venezuela ha venido evaluando caso por caso. No obstante, pese a la insistencia del lado colombiano, Hasta ahora no parece haber espacio para un nuevo proceso de liberación antes de que termine el año.. Según fuentes consultadas, la presión cada vez más fuerte que ejerce Estados Unidos sobre Maduro lo tendría ocupado al régimen chavista en otras prioridades y, en consecuencia, el tema estaría aplazado.
Mientras exige la liberación de los otros colombianos, Wilson busca reprogramar la cita pendiente en la embajada de Estados Unidos en Bogotá para regresar a Miami. Edwin planea retomar su maestría en derecho internacional humanitario y Brayan, por su parte, disfruta del reencuentro con su familia en Pueblo Bello a la espera de encontrar trabajo. Lo que sí tienen claro los tres es que nunca más volverán a escuchar a Diosdado Cabello.
JUAN PABLO PENAGOS RAMÍREZ
Redacción Política




