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Hace tiempo que los discursos navideños de las primeras autoridades se han convertido en elementos decorativos de una tradición discutible. El rey Felipe VI, en vez de sufrir la constricción de una silla y del juego de piernas cruzadas, imitó a los presentadores de informativos para interpretar de pie un discurso que, sospecho, tendrá una influencia perfectamente descriptible. Al presidente Salvador Illa hay que agradecerle su brevedad. Una brevedad que, llevada al extremo, me recuerda aquella teoría de Enrique Vila-Matas según la cual cualquier texto es susceptible de ser reducido a la mitad, una y otra vez, hasta su absoluta desaparición.
En Portugal, el primer ministro Luís Montenegro también innovó. Recomendó a los portugueses que, como modelo de superación, adoptaron “la mentalidad Cristiano Ronaldo”. Inmediatamente, los medios se han preguntado qué deportista podría ser el equivalente en España y Cataluña y, en la SER, han propuesto a Rafael Nadal y Pau Gasol. Parece una anécdota, pero gracias a la referencia a Cristiano, Montenegro ha logrado el eco mediático que otros mandatarios no tendrán.
Bardot alternaba momentos de chochez y de lucidez sulfúrica
Fiel a su tradición de juegos de palabras para titulares grandes noticias, el periódico Liberación título “ Adiós BB” un prodigio de brevedad y un buen retrato de una vida, una época y un país. Para Marine Le Pen, que inspiró algunos controvertidos elogios de Brigitte Bardot, la actriz era “increíblemente francesa”, que no sé si es algo positivo o negativo. La cadena BFMTV emite su última entrevista (de Steven Bellery, en mayo del 2025). Alternando momentos de chochez autocomplacente y de lucidez sulfúrica (en el más puro estilo de aquella la vieja dama indignada interpretada por la inolvidable Sylvie), Bardot define las corridas como un espectáculo “asqueroso, cruel y enfermizo”. Y en una carta pública enviada a los miembros de la Asamblea Nacional, reclama la abolición de la caza mayor con perros y la prohibición de vender carne de caballo. Harta de que los políticos no contestaran sus demandas, adjuntó un audífono (con las pilas correspondientes) a la carta.
La entrevista retrata el carisma del personaje, intransigente, reaccionario (sobre el feminismo: “No es lo mío: a mí me gustan los tíos”) y, al mismo tiempo, rabiosamente libre. Cuando le preguntan si hay algo actual que la satisfaga, Bardot responde que no y remata: “El progreso me gusta, pero demasiado progreso mata el progreso”.
El temporal de lluvias ha acaparado buena parte de la información y los meteorólogos han vuelto a hacer mucha pedagogía. En el fragor de las tormentas, ha surgido un concepto que, perdonadme la ignorancia, desconocía: el tren convectivo. Resulta que el tren convectivo es una sucesión de tormentas que se desarrollan y desplazan en la misma dirección y sentido, descargando chubascos intensos. Es decir: un castigo parecido a las exasperantes declaraciones de los portavoces de nuestros partidos, que también necesitan los audífonos de Brigitte Bardot.




