
“Para integrar la probóscide, primero la extrajimos bajo un microscopio de un mosquito ya sacrificado”, explica Cao. Luego se alineó la probóscide/boquilla con la salida de la punta de plástico. Finalmente, la probóscide y la punta se unieron con resina curable por UV.
La necroimpresora alcanzó una resolución de entre 18 y 22 micrones, dos veces menor que la de las impresoras que utilizan las puntas dispensadoras de metal más pequeñas disponibles en el mercado. Las primeras pruebas de impresión incluyeron estructuras en forma de panal de 600 micrones, una hoja de arce a microescala y estructuras para células.
Pero todavía había áreas en las que la tecnología creada por el hombre logró vencer a la Madre Naturaleza.
Vidrio y presión
El primer problema con las boquillas para mosquitos fue su resistencia relativamente baja a la presión interna. «Era impresionante, pero aún era demasiado bajo para dar cabida a algunas tintas de alta viscosidad», afirmó Cao.
Estas tintas, que parecen más una pasta que un fluido típico, mantienen mejor la forma, lo que se traduce en modelos geométricamente más precisos que no se desploman ni se esparcen por su propio peso. Este fue un problema que experimentaron las impresiones de prueba de Cao hasta cierto punto.
Pero esta no fue la única área donde la tecnología creada por el hombre logró vencer a la naturaleza. Si bien las boquillas para mosquitos podrían superar a las alternativas de plástico o metal en precisión, no podrían superar a las puntas dispensadoras de vidrio, que pueden imprimir líneas de menos de un micrón de ancho y soportar presiones significativamente más altas.
Sin embargo, los investigadores ya tienen algunas ideas sobre cómo cerrar al menos una parte de esta brecha. «Una posible solución es utilizar la probóscide de mosquito como núcleo y recubrirla con capas de cerámica para proporcionar una resistencia mucho mayor», dijo Cao. Y si se resuelve el problema de la presión, la resolución de 18 a 22 micrones debería ser suficiente para muchas cosas.
Cao cree que en el futuro, impresoras como ésta podrían usarse para imprimir estructuras para células vivas o componentes electrónicos microscópicos. La idea es reemplazar las costosas y tradicionales boquillas de impresión 3D por contrapartes orgánicas más asequibles. Las principales ventajas de las boquillas antimosquitos, afirma, son el bajo coste y la ubicuidad.
Los mosquitos viven en casi todas partes de la Tierra y son fáciles de criar. El equipo estima que las boquillas de impresión 3D orgánicas hechas de probóscides de mosquitos deberían costar alrededor de 80 centavos; las alternativas de vidrio y metal, afirman los investigadores en el artículo, cuestan entre 32 y 100 veces más.
«Ya comenzamos a investigar más sobre los mosquitos y esperamos desarrollar más soluciones de ingeniería, no sólo para aprovechar sus cuerpos fallecidos sino también para resolver los problemas prácticos que causan», dijo Cao.
Avances científicos, 2025. DOI: 10.1126/sciadv.adw9953




