Foto de Joaquín Puga
Carmen Canet (Almería, 1955) es doctora en Filología Hispánica, profesora, ensayista y aforista. Es crítica literaria, labor que ejerce desde 1980. Actualmente colabora en Cuadernos del Sur del Diario de Córdoba, en Los Diablos Azules de infoLibre, Turia, Quimera, entre otros. Tiene publicados diversos trabajos de investigación, propuestas educativas y didácticas, estudios sobre revistas literarias, rutas literarias y sobre la escritura aforística. Ha sido incluido en varias antologías poéticas. En el ámbito de la escritura breve, ha publicado, entre otros libros, malabarismos (2016), Luciérnagas (2018), La brisa y la lava (2019), ola (2020) y Legere, eligere (2021), además de Cóncavo y Convexo (2019), escrito junto a Javier Bozalongo, e interruptores (2022), junto a Ricardo Virtanen. Ha sido incluida en varias antologías: Bajo el signo de Atenea. Diez aforistas de hoy (2017), Concisos. Aforistas españoles contemporáneos (2017). El cántaro a la fuente. Aforistas españoles para el siglo XXI (2020), Para una teoría del aforismo (2020) o Tierra de Aforistas. Andalucía y el género más breve (2021). Ha editado, entre otros, los libros. Él mide las palabras y me tiende la mano. Aforismos en la obra de Luis García Montero (2017); El hilo de la cometa, una selección de la obra aforística de Dionisia García (2019); Espigas en la era. Micropedia de aforistas españoles vivos (2020), junto a Elías Moro. Dirige la Colección de Aforismos Altoaire, de la Editorial Libros del Aire.
– ¿Cómo empezó su relación con el aforismo?
Mi relación comienza desde muy joven y yo no lo sabía. Cuando leía cuentos siempre encontraba frases que me gustaban, si eran míos los subrayaba, si no los copiaba en un cuaderno. Jugaba también con mis abuelos, ellos decían y sabían muchos refranes y les dábamos la vuelta. Mi pasión por las frases y citas fue temprana. En el Instituto con 16 años gané un concurso de redacción y me dieron a elegir entre varios títulos y elegí sin saber, El héroe. El Discreto. Oráculo manual y arte de prudenciauna edición de bolsillo en castellano actualizada que me fascinó aunque no comprendiera muchas cosas, incluso buscando esas palabras que no entendía en el diccionario. A propósito, los diccionarios con sus definiciones y acepciones siempre me fascinaron. En las clases de filosofía en el Instituto comencé a interesarme por los autores. También me pasó en las clases de latín y griego con los autores clásicos. En mi carrera docente que ha durado treinta y cinco años y que comenzó en el año 80. Siempre empezaba mis clases poniendo en la pizarra, una frase o un verso. En los exámenes y ejercicios siempre también comenzaban con una cita. Algunos alumnos achacaban, a veces, no haber podido terminar el examen porque la frase que les había puesto, les daba mucho que pensar y no les daba tiempo a finalizar el ejercicio (yo, me sonreía). Este gusto me llevó más tarde a la lectura de los aforistas clásicos entre otras lecturas y de aquí luego a estudiarlos y así de manera natural a escribirlos a partir del 87. Sin embargo no los he publicado hasta la segunda década del siglo XXI cuando vi ya publicaciones de aforismos con frecuencia. Mis pensamientos, mis ideas, por no decir mi cabeza piensa desde siempre y recurrentemente de una manera selectiva, para expresar lo que quiero decir.
– ¿Qué autores han influido en su propia forma de cultivar el género?
Baltasar Gracián fue el primer autor que cayó en mis manos, como ya comentó. También la poesía me ha influido bastante. He escrito y escribo desde siempre poesía. Mis primeras lecturas fueron: Las rimasde Bécquer, La cancion del piratade Espronceda, Veinte poemas de amor y una canción desesperadade Neruda. El verano de terminar COU leí El Quijote y la riqueza de máximas que encontré fueron hallazgos para siempre. En la carrera, estudié Filología Hispánica, mis autores predilectos fueron, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, de la Generación del 27: Lorca, Cernuda, Salinas y Aleixandre fueron mis preferidos. También Gil de Biedma, Ángel González. De la literatura latinoamercana, Jaime Sabines, Juan Rulfo, Jorge Luis Borges, Gabriel García Márquez, Juana de Ibarborou, Alfonsina Storni, Edelmira Agustini, me enseñaron mucho. En los años finales de la carrera fui descubriendo por recomendaciones las lecturas de mujeres: Rosalía de Castro, María Teresa León, Carmen Martín Gaite (comencé la tesis doctoral con esta autora, luego mi directora de tesis y de tesina, por otras investigaciones y líneas de trabajo, la hice sobre el periodismo literario), entre otras. Así entre estos autoras encontraba frases y versos que apuntaba en mis libretas y en donde me reconocía.
Epicteto, Marco Aurelio, Montaigne, Nietzsche, Lichtenberg, Lec, Renard, los moralistas franceses, Oscar Wilde, Gómez de la Serna, Bergamín, Gómez Dávila, entre muchos, son mis maestros y sigo teniéndolos a mano. Luego descubrió a Gloria Fuertes, a Mariana Frenk-Westheim y a Dionisia García. Tengo un gran rincón en mi biblioteca dedicada al aforismo que siempre está desordenado del uso y de relecturas que tengo asiduamente. No solo tengo a los aforistas clásicos sino a numerosos autores actuales. Es mi género preferido.
– ¿Es usted de los que pule el aforismo hasta que alcanza su forma consumada, o en su caso dicha elaboración se produce en el ámbito del pensamiento y no tanto de su expresión?
Sí, yo pulo y podo la idea hasta que queda como a mí me gusta, expresada de forma concisa y precisa. Incluso después de publicarlos, de nuevo, retoco por si hay una nueva reimpresión. Me gusta leerlos en voz alta, esta tarea de lectura, de elaboración, me parece esencial. Las idea, los pensamientos cuando me tropiezo con ellos en la vida cotidiana los apunto siempre que puedo, por eso siempre salgo con una libreta a la calle, ahora también grabo en el móvil, pues es más rápido y no se me olvidan. En casa siempre hay cuadernos en todos los lugares que habito más. Por poner un ejemplo en mi último libro Telegramas, contenía 600 aforismos en un primer momento que reduje a cuatrocientos, la mayoría desechados y otros guardados para poder pulir y trabajar en ellos.
– ¿Cuál es su valoración de la llamada «década prodigiosa» del aforismo español? ¿Con qué aspectos se queda y cuáles lamenta?
Es indiscutible que vivimos una época floreciente, diría feliz, para este género breve. Ahora bien, como ha pasado a lo largo de la Historia, desde sus orígenes, el aforismo ha tenido siempre épocas fértiles, que yo siempre he dicho que coincidían con épocas de crisis, y también períodos tibios de estas formas breves. Actualmente la afluencia de autores, editores preocupados, las colecciones que se crean específicamente para éstos, la convocatoria de premios, los ensayos, estudios rigurosos que se publican dedicados al aforismo, así como Antologías generales, particulares y temáticas, hacen que el desarrollo de estas formas concisas tengan este auge. Pero no todo vale, las redes sociales, como los twits han puesto una moda de lanzamiento de frases cortas que son espontaneidades sin rigor, instantaneidades ligeras y en su mayoría frívolas, expresando una inmediata sin ninguna profundidad. Soy tan positiva que pienso que en las redes no todo es malo, ellas han difundido y procurado el lanzamiento y gusto por las frases, pero éstas en general no son aforismos como cuentos. Estas formas requieren un oficio, una base lectora importante para poder llegar a expresar de forma breve un pensamiento. La escritura en aforismo en la historia de todos los tiempos ha sido un signo de distinción. Pascal ya en el siglo XVII lo decía: “La negligencia consiste en escribir largo pudiendo hacerlo corto”. Por respeto no deberíamos hacer perder el tiempo a las personas.
La verdad que hay demasiados aprendices de estas formas sin experiencia, se atreven con temas demasiado personales, muy particulares que no responden a la generalidad, ni a la esencialidad y universalidad de los ingredientes necesarios que deben tener el aforismo y en su mayoría no interesan a las personas en general.
– ¿Qué retos debe asumir el aforista para no terminar convirtiéndose en una triste parodia de sí mismo, recurriendo a fórmulas periclitadas cuando no repitiéndose de manera inconsciente?
Es muy importante estar al día de todos los estudios ensayísticos y novedades creativas que se publican. El rigor es importante. Pienso que el aforismo aparte de tener una importante base lectora es experiencia, no es experimento, pues todo no vale. Los grandes aforistas han creado estas brevedades ya con años de experiencia a sus espaldas, con madurez. El aforismo contemporáneo tiene muchos matices dentro de que son inherentes a ellos, disciplinas como la filosofía y la poesía, unos más tendentes a una u otra. Son diarios del pensamiento y del sentimiento en contacto con las cosas diarias, con las que nos tropezamos en la vida cotidiana porque los aforismos son de naturaleza humana, habitan por la mente, por las casas, por las calles. Atienden y surgen en conversaciones, leyendo, escuchando música, viendo películas o series, aparecen en cualquier momento.
Cada autor tiene una voz, un eje identitario inconfundible, y eso es importante porque aparecen los temas cotidianos y recurrentes tanto de la vida como de la literatura. Todo ya está dicho, pero por eso hay que decirlo de otra manera, tratar de que haya una sorpresa inherente, un hallazgo, algo que remueva, dé que pensar y te incite a contestar. El aforismo lo escribe el escritor y lo termina el lector y ese diálogo que se emprende es algo maravilloso.





