La Revolución Invisible que Encendió la Música: La Era de la Radio
Cuando el siglo XIX llegaba a su fin, el mundo aún se maravillaba con los logros del telégrafo y la luz eléctrica. En 1895, un joven inventor italiano, Guglielmo Marconi, dio un salto impensado: logró enviar señales sin cables a través del aire. Lo que para muchos parecía un juego de laboratorio resultó ser la semilla de una revolución que cambiaría para siempre la forma de comunicarnos y de disfrutar la música. Al principio, la idea era simplemente transmitir mensajes en código Morse. Pero en apenas un par de décadas, el uso de la radio superó con creces esa función práctica. Durante los años veinte, las familias comenzaron a reunirse frente a un receptor de válvulas para compartir noticias del último momento, dejarse atrapar por radionovelas y, sobre todo, escuchar melodías que hasta entonces solo podían disfrutarse en teatros o salones.
La radio rompió fronteras y dio a la música un alcance mundial. Ritmos que nacían en pequeños rincones, como el jazz en Nueva Orleans, el tango rioplatense o los primeros acordes de rock and roll, llegaron a oídos de públicos que jamás hubieran tenido acceso a ellos. Así, intérpretes anónimos se convirtieron en estrellas y géneros locales adquirieron un eco planetario.
Más de cien años después, en plena era de la inmediata digital, la radio mantiene su vigencia. Ya sea desde el automóvil, un teléfono inteligente o una emisora en línea, continúa siendo un medio capaz de acompañar, informar y emocionar. Ninguna plataforma de streaming ha logrado igualar la intimidad de una voz que viaja libremente por el aire para encontrarse con su audiencia en tiempo real.
Lejos de ser un simple capítulo de la historia tecnológica, la radio es un símbolo de unión y de memoria colectiva. Aquellas primeras ondas de Marconi, no solo llevaron mensajes: encendieron la música del mundo y, aún hoy, siguen conectando corazones a través de un puente sonoro que nunca se apaga. Y el tiempo sigue su marcha..!
Elio Roberto Ortega Icaza
Eso no es así, señor presidente.
Aunque arda el país, pero yo lo meto preso al atrevido insurgente con tinte de mandamás y creencia de jefe supremo y dueño de que su palabra es ley, como es Jaime Vargas y por ahí mismo a Leonidas Iza, Por atrevido el uno y el otro por hostigador de los hechos que están sucediendo en el país. Y los responsabilizo judicialmente, esta vez sin derecho a reclamo alguno, de todos los daños que han ocurrido y que se dieran por causa de este disco “Paro Indígena” y, por lo tanto, obligados a pagar por lo causado. Esta vez no hay Comisión de los Derechos Humanos, ni Asamblea Nacional, ni porque son indígenas. Si no cubren los daños se tendrá que permanecer encerrados, y limitados sus derechos.
Representante Indígena, instigador y responsable de los diferentes actos de terrorismo que, por sus órdenes, se han cometido y se seguirán cometiendo en el país. Lo responsabilizo por el mensaje que dirigió a sus seguidores de tomarse los pozos petroleros, Sabia vital de la economía ecuatoriana. Como una acción de terrorismo.
Yo entiendo que, como cristiano, quiere que las cosas se las pueda controlar evitando la derramamiento de sangre; pero si son atacados hay que defenderse y no permitir que pongan un pie en las instalaciones.
La orden debe ser muy clara, señor Presidente, con el respeto a usted ya todos los ecuatorianos, pero si trasgreden las órdenes y está en peligro mi integridad y los bienes del estado, es repeler ese peligro, defensor los bienes del estado y si en eso hay caídos, pues sepan que se están exponiendo a ello y no crea señor Presidente que llevan solo lanzas, van armados con armas letales, modernas, explosivos, y más que les permita meter miedo porque la mayoría son grupos preparados para ello No queda más que “usar el último recurso que les queda: alto ahí y si no se hace caso soy yo o es él. Usted me entiende, señor Presidente.
Señor Presidente, apelo a su sentido práctico como trata todos los acontecimientos y le respeto su forma de ser y de resolver, pero esto se le puede ir de las manos, sea que trate pacíficamente de levantar el paro o que los meta presos. Con los indígenas, no hay como dialogar. Ese es mi criterio
Lionel Efraín Romero Reyes




