Responsabilidad de las autoridades
El buen ejemplo de las autoridades superiores de todos los poderes del Estado y de los denominados gobiernos autónomos y descentralizados -cuyo número y competencias deben ser revisadas- es determinante para el comportamiento de todos sus integrantes. Las autoridades tienen las siguientes responsabilidades básicas para una gestión eficiente, eficaz y transparente: liderar los compromisos éticos institucionales; impulsar la planificación en todos los niveles y dar seguimiento sobre su cumplimiento para adoptar acciones correctivas oportunas; privilegiar la honestidad y competencia del personal responsable de proveer servicios públicos con calidad y eficiencia; establecer y actualizar permanentemente la organización basada en procesos, preferentemente automatizados, que generen información interna y externa en línea; evaluar los riesgos para establecer controles que los mitiguen, con énfasis en los procesos que utilizan mayor cantidad de recursos o con mayor exposición a errores e irregularidades como la contratación pública, los recursos naturales como las minas y petróleos, los ingresos aduaneros, la gestión del talento humano, entre otros; transparentar la gestión institucional mediante el libre acceso a la información para que la ciudadanía, principalmente la academia y los gremios, ejerzan su obligación y derecho de evaluar la gestión pública en áreas clave como la salud, educación, seguridad, conectividad, contratación pública, declaraciones patrimoniales; rendir cuentas sobre el cumplimiento de sus responsabilidades constituciones y legales así como de la planificación, considerando que a mayor grado de autoridad, mayor es su responsabilidad.
Para cumplir con estas responsabilidades, las autoridades deben tener compromiso ético, capacidad y liderazgo y contar con equipos de trabajo con las mejores competencias, caso contrario, los ciudadanos continuaremos sin conocer con claridad hacia dónde se dirige nuestro país y sus instituciones, no habrá una responsable rendición de cuentas, y la corrupción seguirá sin control con la participación de funcionarios públicos y del sector privado nacional e internacional.
Mario Andrade Trujillo
Izquierda o Derecha, en el balotaje de Chile se perfilaron las tendencias extremas.
Es necesario un análisis post elección. Igual que en Chile, lo mismo sucede en cualquier país, en Occidente y en Europa, cuya tendencia ahora es irse hasta la extrema derecha. Los votantes solemos castigar al gobernante de turno cuando no escucha y no ha estado a tono con los requerimientos más urgentes de la población de a pie particularmente. El caso más emblemático es Estados Unidos, los latinos con ciudadanía (que ahora se la quitan) lloraban arrepentidos por votar a Trump.
En Chile escrutado el 99% y hechas las cuentas, no es sorpresa que el 5.8% se haya decantado por voto nulo, eso equivale a 782.880 sufragantes, ¿por qué?, recordemos ahora que el voto es obligatorio y que en esta elección presidencial se aplicó por primera vez. No olvidemos los más de 5 millones de “votantes obligados”, a los que les preocupa la inseguridad y la seguridad de la inmigración, por eso, en el debate antes del balotaje, los dos candidatos que querían sumar votos ofrecieron y tratar la inmigración, también el empleo.
Los más de 5 millones de chilenos vienen votando sin mayor interés porque no creen en las ofertas de campaña, ni en las tendencias, y más bien están dispuestos a castigar, como le hicieron a Gabriel Boric, porque no escuchó su clamor y quién lo pagó caro fue la candidata Jeannette Jara de la tendencia, de paso, en el debate previo al balotaje estuvo muy aplomada, en cambio, Kast nervioso y equivocado en algunos conceptos y cifras. Y no quiero pasar por alto la inteligencia y el respeto de Jara al pueblo chileno, pasado un segundo de tiempo, reconoció el triunfo de Antonio Kast y le felicitó, exaltando el voto chileno como “fuerte y claro”.
La comunista Jeannette Jara en el balotaje pudo casi doblar la votación de la primera vuelta, pero no le alcanzó para triunfar. Kast que alcanzó el segundo lugar en la primera vuelta con 23.90% en el balotaje, se sumaron los dos de su tendencia, Kaiser con el 13.94% y Matthei con el 12.44%, completando 50.28%, pero falta explicar ese 8.28% y ahora sí hay que sumar matemáticamente el voto nulo de 1.2% al total de votos, para encontrar dónde están los votos y para entender cómo Kast ganó con el 58,56%; y, viene otra vez el voto castigo a Gabriel Boric, puesto que ese 8,28% del que hablamos fue a sumar el resultado de Kast, que provino de los “votantes obligados”, los votos obligados se repartieron entre los nulos, los blancos, más el 8,28%, más los de la primera vuelta que se fueron con Parisi del Partido de la Gente el PDG, este era el candidato oculto, pero votado por el extracto pobre de Chile, a él lo querían en el balotaje. Se dice que los votos nulos eran para él en la segunda vuelta, por eso no se lo dieron a ninguno de los dos del balotaje, este 5.8% de ciudadanos dicen que estarán pendientes e irán a las calles si Kast falla en sus ofertas de campaña y se sumarán otros tantos descontentos.
Aquí no puede faltar Donald Trump, que no intervino en la elección chilena como si lo hizo en las elecciones de Argentina, Ecuador y estrepitosamente en Honduras, pero, obvio, cómo no se va a atribuir el triunfo de Kast, al menos por la tendencia, ya se pronunció sobre su “ayuda”.
Mercedes Regalado




