La Navidad nos recuerda que aún somos hermanos
La Navidad llega cada diciembre como un llamado silencioso al corazón humano. No es solo una fecha en el calendario, ni un ritual repetido año tras año; es un tiempo que nos recuerda el amor, la paz y el perdón como pilares esenciales de la convivencia. Para el mundo cristiano, diciembre conmemora el nacimiento del Niño Dios, símbolo supremo de humildad, esperanza y reconciliación entre los seres humanos. Sin embargo, en una sociedad marcada por la prisa, la confrontación y la indiferencia, el verdadero sentido de la Navidad parece desvanecerse. Valores como la amistad, el respeto, la empatía y la resiliencia —tan necesarios para vivir en comunidad— se ven debilitados por el individualismo y la pérdida del diálogo. Vivimos conectados por la tecnología, pero distanciados en lo humano. En este contexto, cobra especial vigencia la célebre reflexión de Martin Luther King Jr.: “Hemos aprendido a volar como las aves, hemos aprendido a nadar como los peces; pero lamentablemente no hemos aprendido el difícil arte de vivir como hermanos”. Sus palabras nos confrontan con una verdad incómoda: el progreso material no siempre va de la mano con el crecimiento moral y espiritual. La Navidad no debería ser solo un tiempo de luces y celebraciones externas, sino una oportunidad real para mirarnos unos a otros con la humanidad. Es el momento propicio para sanar heridas mediante el perdón, reconstruir lazos rotos y apostar por la paz como decisión consciente, no como simple deseo. Vivir la Navidad es practicar el respeto, incluso en la diferencia, y la justicia, incluso cuando el egoísmo pretende imponerse. Desde esta tribuna del pensamiento y la justicia, exhorto con todo respeto a la ciudadanía ecuatoriana a revivir el espíritu cristiano del nacimiento del Creador de la naturaleza: un espíritu de paz, amor y solidaridad con nuestros semejantes. Hoy, más que nunca, el país necesita menos confrontación y más humanidad. “Paz y amor”, dice el Señor. Que estas palabras no quedan solo en un saludo, sino que se convertirán en acciones cotidianas que dignifiquen al ser humano. Porque la verdadera Navidad comienza cuando recordamos que, pese a todo, aún somos hermanos.
Elio Roberto Ortega Icaza
La Navidad y su significado
Me han dicho que un Veinte y Cuatro, el Niño Jesús nació, en un pesebre de pijama, y su madre ¡lo acunó!.
Ese infante que nos trajo generosas bendiciones y así, de amor y alegría, inundó los corazones. Aquel que ofrendó su vida por lograr la redención de la gente que, hoy en día, le paga con la traición. El que con sangre marcó los anales de la historia. y su nombre se imprimió, por siempre, en nuestra memoria.
Ese ser angelical… ¡Aquel por el cual yo existo! Tan sublime y tan real, que se llama JESUCRISTO. Por eso cada diciembre celebramos Navidad, canto de luz y esperanza de toda la humanidad. Quisiera ¡Oh, niño, que el día, feliz de tu advenimiento, suprimas con tu bondad, el dolor y el sufrimiento, saturando de optimismo e ilusión los corazones para, ensalzando tu nombre, entonar bellas canciones. Navidad, fiesta genuina de fe, comprensión y amor…
¡Cantemos con entusiasmo… que ha nacido el SALVADOR!
Fabiola Carrera Alemán
Las alegaciones de los dogmáticos.
Francamente, cada vez que leo las manifestaciones de los dogmáticos, más me convenzo de lo que, parafraseando a Voltaire, el dogmatismo (al igual que la superstición) es la gangrena del cerebro.
Acá en Ecuador, el señor Orlando Pérez, muy suelto de huesos, sale un comentario sobre la llegada de soldados estadounidenses a Manta, diciendo que se lo hace a pesar de que el pueblo, en la consulta del 16 de noviembre, negó esa posibilidad. El dogmatismo impide analizar los acuerdos existentes y comentar en el contexto de todas las legislaciones vigentes, como lo debe hacer cualquier comentarista maduro (y no por el de Venezuela).
Por otro lado, el señor Assange sale a demandar al comité Nobel de Noruega por haber otorgado el premio Nobel de la Paz a María Corina Machado. El señor Assange, ignora que el Comité del Nobel es una entidad autónoma y libre de otorgar los premios, según sus reglamentos. Se nota que no tiene idea de las autonomías, no en vano recibe el apoyo de personas autoritarias y dogmáticas.
José M. Jalil Haas




