Trump está alterando el mapa electoral latinoamericano
No es nada nuevo el intervencionismo de Estados Unidos en todos los aspectos y más aún en política no solo en América Latina sino en el Mundo al menos cuando era unipolar (con su política Monroe y “patio trasero”); pero, a Donald Trump le importa un cacahuate que ahora sea multipolar, porque además no cree en eso, está convencido de que Estados Unidos domina el Planeta y, ahora sin disimulo de manera abierta interviene en las elecciones presidenciales de las naciones latinoamericanas. Está forzando a cada Estado donde se realizan elecciones presidenciales a que sus ciudadanos votan por candidatos de derecha o extrema derecha, ciertamente no desea candidatos ni gobernantes de izquierda, a los que directamente califican de “narcos comunistas”. Pero, hemos visto que no todos los países escuchan esa voz, como en el caso ecuatoriano, Trump quería que gane el SI en el referendo y consulta del 16 de noviembre y perdió. Este resultado también se atribuye a una mala campaña del presidente Noboa, en la pregunta 4, el tema importante no era la seguridad (aún no resuelta), era la economía trabada por la Constitución de 2008, a ese tema ni lo tomó en cuenta, por ese tema estamos estancados, el país no crece, no hay inversión, el otro punto es que un presidente que ya no goza de total popularidad siempre pierde en las consultas o referendos. Recién casaditos todo se ve bonito.
Este pasado domingo, en las presidenciales de Honduras en que también se insinúa un fraude, la presidenta Xiomara Castro apoyó a su exministra como candidata, inmediatamente el presidente norteamericano Donald Trump hace un llamado en su red social Trust Social a votar por el derechista Nasry “Tito” Asfura, con eso acabó de alterar la tendencia de las encuestas, habiendo estado este candidato en tercer lugar ha saltado al segundo o primero en los primeros resultados del domingo 30 de noviembre (aún no se terminan los escrutinios). Trump, incluso 48 horas antes de las elecciones generales hondureñas anunció que indultará a Juan Orlando Hernández, de derecha y expresidente de ese país, que fuera extraditado a Estados Unidos y luego de un juicio penal, sentenciado a 45 años de cárcel por el cometimiento de delitos federales, como traficar 500 toneladas de cocaína hacia Estados Unidos y utilización de armas para ese cometido, mientras en Honduras el Ministerio Público le confiscó 33 bienes inmuebles, ocho empresas y 16 vehículos, “de donde pecatamundi”, si este señor aterrizó a la política con una mano adelante y otra atrás (como otros tantos en nuestro país), vino desde un pueblito alejado, provenía de una familia en que era el número décimo quinto de 17 hermanos, pero, la Administración Trump piensa indultarlo, aunque lo hace por ayudar al candidato Asfura del mismo partido de Hernández.
Todo esto es un total contrasentido y paradójico a la vez, cuando la Administración Trump, en las costas del Caribe mandó a bombardear unas cuantas lanchas, con resultado de 80 “narcotraficantes” muertos, sin pruebas fehacientes que demuestren dichos delitos de tráfico de drogas y, en relación con esto último, pide la “pena de muerte” para unos cuantos “traidores” Representantes Demócratas del Congreso de Estados Unidos, que sugirieron a los militares que No obedezcan órdenes ilegales.
¿Trump también intervendrá en el balotaje de Chile del próximo domingo 14 de diciembre, sabiendo que la contendora del ultraderechista José Antonio Kast es Jeannette Jara, de izquierda, perteneciente al Partido Comunista chileno? Si lo hace, en última instancia podría alterar los resultados.
Este afán no es nuevo, recuerdo en el pasado a Henry Kissinger. El vicepresidente JD Vance intervino directamente en la política europea y otros temas, con un discurso altisonante en la Reunión de Negocios de Múnich el 5 de marzo de 2025, todo lo que dijo disgustó a gobernantes y partidos políticos de centro y de izquierda de ese continente. También lo hizo Elon Musk en campaña abierta a favor de la derecha europea, (cuando dirigió la desmantelada DOGE).
Mercedes Regalado
La deuda pendiente con Orellana: educación superior para una provincia que espera demasiado
La propuesta de creación de la Universidad Pública para la provincia de Orellana, liderada por la ESPOCH, acompañada por las autoridades locales y respaldada firmemente por la veeduría ciudadana, representa un paso trascendental hacia la justicia territorial y educativa que la Amazonía ecuatoriana reclama desde hace décadas. Pese a ser una provincia estratégica para el país, Orellana ha visto cómo año tras año cientos de jóvenes deben marcharse a otras ciudades para continuar con sus estudios superiores, dejando atrás a sus familias, su cultura y su arraigo comunitario. Esta realidad no solo altera proyectos de vida, sino que también profundiza las desigualdades históricas. La Constitución del Ecuador, en su artículo 11.2, garantiza el derecho a la igualdad y no discriminación, obligando al Estado a eliminar barreras estructurales que limitan el acceso a oportunidades. La ausencia de una universidad pública en Orellana evidencia justamente esa desigualdad, pues coloca a los jóvenes amazónicos en condiciones de mayor vulnerabilidad económica y emocional frente a quienes viven en provincias con una oferta académica más amplia. Además, la Ley Amazónica fortalece este argumento al imponer al Estado la responsabilidad de impulsar políticas que promuevan el desarrollo integral de la región, mediante inversiones que favorezcan la educación, la ciencia y la tecnología. La instalación de una institución de educación superior pública en Orellana no es un beneficio opcional, sino una obligación legal y moral encaminada a cerrar brechas y garantizar un futuro más equitativo. En este proceso, la participación activa de la ciudadanía organizada, junto con la articulación de autoridades locales y el liderazgo técnico de la ESPOCH, consolida un ejercicio democrático que exige transparencia, planificación y pertinencia social. La creación de la Universidad Pública en Orellana no es un acto de benevolencia: es un acto de justicia. Es reconocer que la Amazonía tiene derecho a crecer, a formar a sus propios profesionales y evitar la migración forzada de su juventud. Es, en definitiva, saldar una deuda que el país mantiene con uno de sus territorios más valiosos.
Elio Roberto Ortega Icaza




