La satisfacción de servir
Unos le llaman voluntariado…. «acto de ofrecer libremente tu tiempo, conocimientos y habilidades para apoyar causas sociales, humanitarias, ecológicas, culturales, sin recibir remuneración a cambio. Es una forma de contribuir a la comunidad, desarrollar habilidades personales y profesionales»…..
No hay forma más hermosa y sentimiento más puro, que esa entrega sincera, un cambio de nada y lo fundamental para el que es creyente, por amor a Dios (sea en la forma como lo concibe cada cual).
Es un camino de entrega sin cansancio, de fe y de mucho amor sincero y de mucho valor, porque el camino aparentemente asociado a lo espiritual, a la generosidad de entrega, a la buena voluntad, se choca contra hechos de dolor, de impotencia y de doble sufrimiento ante la imposibilidad de salvar una vida, el desenlace de un hecho de voluntad de Dios. Pero gratificante cuando al amanecer, para preparar la comida, se encuentra la despensa vacía, pero llegado el medio día, están las ollas llenas, para compartir y saciar el hambre, que con esa comidita diaria se mantiene.
Para quienes están entregadas (os), por servir, por la satisfacción espiritual de buscar amar al prójimo como así mismo, de dar de comer al hambriento, de vestir al desnudo, de dar de beber al sediento, es un sentimiento profundo que se lleva con mucha convicción y dedicación y esa fuerza abre puertas y corazones, con el simple hecho del ejemplo de una labor que se hace para suplir la falta de amor de una sociedad dedicada a hacer riqueza material y se olvida de la mejor riqueza que todo ser humano debe por su paso por esta efímera vida.
Benditos sean aquellos que se unen para curar los machos del cuerpo y del alma, de saciar el hambre del anciano, minusválido, vagabundo, o del hermano, caído en el vicio.
Benditas las manos que ayudan a sanar el cuerpo y voces que sanan con un consejo, derramando todo su bondad que le nace de su interior para alumbrar senderos. Todo aquel que da su tiempo, preocupación y sus recursos por compartir el pan de cada día con amor, sintiendo en carne propia ese dolor de ser abandonado, de no poder valerse para ganárselo el sustento diario y de aquel que duerme en la calle, sin hogar, con frío acostarse sobre un cartón y taparse con un periódico.- Hay muchas almas hombres buenas por el mundo que sin descuidar sus hogares, ni su familia hace de este amor a Dios ya los un motivo de servicio que le alimenta su espíritu como única recompensa de una hermosa mano de obra.
Dios los bendiga siempre a todo aquel que en silencio proporciona el recurso para la medicina y cubre el dolor ajeno y aunque esa acción se pierda en el vaivén de la vida, le sea el alimento que le dio fuerzas para hacer de este trabajo una norma de existencia, de alegría, de mucha satisfacción. Con eso basta la felicidad de servir
Lionel Efraín Romero Reyes




