Medellín, que alguna vez fue sinónimo de actividad de los cárteles de la droga, ha experimentado una transformación notable y ahora atrae visitantes. La ciudad, a menudo llamada la Ciudad de la Eterna Primavera, recibe más de 1,8 millones de visitantes internacionales al año y es un verdadero ejemplo de reinvención. Los museos de la ciudad documentan su pasado, los teleféricos transportan a los turistas a barrios revitalizados y los festivales rebosan innovación y salsa. Sin embargo, este exitoso resurgimiento oculta un problema preocupante: un crecimiento del turismo sexual, y algunas pruebas indican que se dirige a menores.
En respuesta, los funcionarios locales y nacionales están utilizando tecnología, capacitación y medidas estrictas para preservar el verdadero carácter de la ciudad.
De capital del cartel a escapada global
La creciente popularidad de Medellín ciertamente está justificada. Los viajeros se sienten atraídos por las caminatas locales, el increíble arte callejero y el café, que aportan miles de millones de dólares a la economía y emplean a miles. Según la oficina de turismo de la ciudad, el número de visitantes ha aumentado un 15% anual, impulsado por vuelos desde Europa y América del Norte. «Hemos dejado atrás el pasado», dice un guía local, que refleja el sentimiento de una ciudad comprometida con los ecoparques, los hoteles y las experiencias culturales.
Desafortunadamente, algunas personas se están aprovechando. Según funcionarios y grupos defensores, algunos visitantes –principalmente de Estados Unidos y Europa– no están interesados en el arte de la ciudad ni en la cocina local. Más bien, vienen a la ciudad en busca de actividades ilegales, donde la explotación es frecuente. Según información, en 2024 se registraron en la región de origen de Medellín más de 200 casos de explotación sexual infantil vinculados al turismo. Existe el riesgo de que la afluencia disminuya el atractivo de la ciudad.
Política de tolerancia cero hacia el turismo sexual
Aquí vienen los defensores de la ciudad. La Alcaldía de Medellín, en conjunto con la autoridad de Migraciones de Colombia, iniciaron un riguroso operativo. Más de 50 extranjeros considerados como riesgos potenciales han sido deportados en lo que va del año, esto se reveló luego de una semana de alto perfil en el Aeropuerto Internacional José María Córdova. A cinco turistas se les negó la entrada en los primeros cinco días de noviembre y apenas desempaquetaron sus maletas antes de ser devueltos.
Estas no son acciones arbitrarias. Las expulsiones son consecuencia de alertas por «turismo con fines de explotación sexual», lo que provoca que funcionarios de Migración Colombia denieguen el ingreso de inmediato. «Este control está dando resultados contra posibles infractores», afirmó recientemente en una entrevista Paola Salazar, directora regional del organismo para Antioquia y Chocó. Salazar atribuye un filtro de múltiples capas: verificaciones cruzadas utilizando bases de datos internacionales, consejos de la Embajada de Estados Unidos y entusiastas entrevistas de inmigración.
La clave está en la formación de alto nivel del personal. «Están entrenados para notar rasgos de personalidad o comportamientos extraños mientras preguntan sobre las motivaciones del viaje», menciona Salazar. Las respuestas extrañas sobre alojamiento, planes de viaje inciertos o información inconsistente pueden generar sospechas. Estas evaluaciones cuentan con la ayuda de tecnología, que escanea historiales y datos biométricos en cuestión de segundos.
Un escudo tecnológico contra los depredadores
Angel Watch, una base de datos apoyada por Estados Unidos y ahora considerada como una herramienta clave en la defensa de Colombia, es increíblemente importante. Este sistema compara a los visitantes estadounidenses entrantes con registros de condenas por delitos contra niños, identificando posibles riesgos de turismo sexual antes de que ingresen al país. Desempeñó un papel clave en la deportación de 42 de esas personas en 2024. Salazar se refiere a ello como «invaluable».
A quienes se les niega la entrada se enfrentan a una prohibición de por vida, lo que garantiza que los infractores no regresen. Medellín y otras regiones. En puntos críticos como Bogotá, Barranquilla e incluso Cali, esta iniciativa realmente cubre la nación. Salazar señala acertadamente: «El objetivo es proteger a quienes corren mayor riesgo y al mismo tiempo sostener el turismo vital para nuestro crecimiento». Las expulsiones siguen procedimientos establecidos, con revisiones destinadas a abordar posibles estigmas, como el del viajero que alegó parcialidad.
Para garantizar aún más la justicia, la Oficina del Alcalde planea proporcionar intérpretes para cualquier proceso de deportación. La táctica de «no hablo español» ya no funcionará; Los profesionales se asegurarán de que cada acusado comprenda el proceso, agilizando así la justicia.
Salvaguardar la segunda ley de una ciudad
La situación en Medellín presenta una verdadera paradoja. Alrededor de 1,8 millones de llegadas ponen de relieve una transformación innegable: empleos, ingresos, reconocimiento. Pero la explotación desenfrenada podría erosionar los logros, desanimando a las familias y a los turistas culturales que en realidad son cruciales para la expansión sostenible.
Las autoridades locales están ampliando sus estrategias. Las iniciativas de vigilancia comunitaria, la capacitación del personal del hotel para detectar solicitudes y las colaboraciones con plataformas como Airbnb para detectar inquietudes están ayudando. Organizaciones internacionales como Interpol elogian el enfoque, pero enfatizan que la vigilancia debe evolucionar con las amenazas, como la actividad en la web oscura o los cambios en los patrones de viaje.
A medida que el año termina, Medellín tiene clara su posición. Para los viajeros que se dirigen al sur, el mensaje suena cierto: disfruten las experiencias, pero estén atentos al seguimiento. La victoria del turismo aquí no es puramente económica, sino ética. Y en esta ciudad que se transformó, eso es algo que proteger.




