
El 1 de enero de 2008, a la 1:59 a.m. en Calipatria, California, ocurrió un terremoto. No has oído hablar de este terremoto; Incluso si hubieras estado viviendo en Calipatria, no habrías sentido nada. Fue de magnitud -0,53, aproximadamente la misma cantidad de temblor que un camión que pasa. Aún así, este terremoto es notable, no porque haya sido grande sino porque fue pequeño, y aún así sabemos de él.
Durante los últimos siete años, las herramientas de inteligencia artificial basadas en imágenes por computadora han automatizado casi por completo una de las tareas fundamentales de la sismología: la detección de terremotos. Lo que solía ser tarea de analistas humanos (y más tarde de programas informáticos más simples) ahora se puede realizar de forma automática y rápida mediante herramientas de aprendizaje automático.
Estas herramientas de aprendizaje automático pueden detectar terremotos más pequeños que los analistas humanos, especialmente en entornos ruidosos como las ciudades. Los terremotos brindan información valiosa sobre la composición de la Tierra y los peligros que podrían ocurrir en el futuro.
«En el mejor de los casos, cuando se adoptan estas nuevas técnicas, incluso con los mismos datos antiguos, es como ponerse gafas por primera vez y poder ver las hojas de los árboles», dijo Kyle Bradley, coautor del estudio. Perspectivas sobre terremotos hoja informativa.
Hablé con varios científicos sísmicos y todos estuvieron de acuerdo en que los métodos de aprendizaje automático han reemplazado a los humanos para mejor en estas tareas específicas.
«Es realmente extraordinario», me dijo Judith Hubbard, profesora de la Universidad de Cornell y coautora de Bradley.
Menos seguro es lo que viene después. La detección de terremotos es una parte fundamental de la sismología, pero hay muchas otras tareas de procesamiento de datos que aún no se han interrumpido. Los mayores impactos potenciales, hasta el pronóstico de terremotos, aún no se han materializado.
«Realmente fue una revolución», dijo Joe Byrnes, profesor de la Universidad de Texas en Dallas. «Pero la revolución continúa».
Cuando ocurre un terremoto en un lugar, el temblor atraviesa el suelo, de manera similar a cómo las ondas sonoras atraviesan el aire. En ambos casos, es posible hacer inferencias sobre los materiales a través de los cuales pasan las ondas.




