News Americas, Nueva York, NY, lunes. Marzo. 3, 2025: Un joven empleado, ansioso por contribuir, compartió una idea innovadora con un colega principal que había trabajado en la compañía durante veinte años. Desestimando la sugerencia, el veterano respondió: «He estado aquí dos décadas, y siempre lo hemos hecho de esta manera». ¿Pero se medida el liderazgo por la tenencia o por el impacto realizado durante ese tiempo? ¿Había crecido realmente durante veinte años, o había vivido el mismo año veinte veces?
La ilusión de que el cambio es igual a progreso y consistencia genera un fracaso es una falsedad. La verdadera perspicacia de liderazgo no persigue la novedad por sí misma ni se aferra a la tradición a ciegas. Discama la diferencia entre la transformación de valor agregado y los ritmos constantes que mantienen el éxito.

Los gigantes de los negocios como Apple y Coca-Cola no prosperan por la reinvención implacable, sino por refinar lo que funciona. Apple sigue siendo elegante, intuitiva y premium, incluso a medida que evoluciona, mientras que Coca-Cola ha confirmado su identidad central durante más de un siglo. Sin embargo, muchas organizaciones confunden la interrupción del progreso, la pérdida de claridad, confianza y dirección. En política, los líderes que prometen cambios sin colapso de sustancias bajo el peso de la retórica vacía. La diferencia entre el liderazgo transformacional y la agitación imprudente radica en saber cuándo pivotar y cuándo preservar. El legado de Nelson Mandela perdura porque desmanteló la opresión mientras defendía la unidad nacional.
Del mismo modo, los líderes del Caribe como Marcus Garvey, Sir Grantley Adams, Eric Williams, Michael Manley y Dame Eugenia Charles combinan la innovación con estabilidad institucional, ancla el cambio en la sabiduría.
En esencia, el liderazgo es un espíritu de apertura: la capacidad de reconocer lo que realmente funciona, ya sea fresco o probado en el tiempo. Exige la humildad para admitir que la longevidad no garantiza la sabiduría, así como la novedad no garantiza la brillantez. Los líderes emergentes deben respetar la visión experimentada, mientras que los líderes experimentados deben permanecer receptivos a nuevas ideas. La interacción entre el cambio y la consistencia no es una opción entre los opuestos sino una armonía de ambos. Los líderes que dominan esta paradoja construyen legados que duran, en lugar de destellos de interrupción que se desvanecen.
Como un proverbio africano nos recuerda, «la sabiduría no viene de la noche a la mañana», mientras que un Caribe dice que hace eco, «la cuerda más larga tiene un final». El liderazgo no se apresura ni lo cambia ni se resiste: se mueve con un propósito, dando forma al futuro sin perder de vista lo que perdura.




