
Nayib Bukele, presidente autoritario de El Salvador, se marca el propio "El mejor dictador del mundo." Pero supervisa una economía cada vez más triste. Parece pensar que una relación fuerte con Donald Trump, un préstamo del Fondo Monetario Internacional y la reanudación de la minería en su nación rica en oro lo ayudará a cambiar las cosas. Pero sus prioridades son desalineadas y miope. Para realizar mejoras económicas duraderas para 6.3 millones de salvadoreños, Bukele primero debe limpiar el suministro de agua contaminado del país.




