Pum, chin, chin, pum, chin chin… Un paso largo y dos pasitos cortos a un lado, giro y paso largo y dos pasitos cortos al otro lado. el vals es una danza infinita que se baila dando vueltas y bandazos. En sus genes lleva … la historia del Concierto de Año Nuevoforjada a base de cambios de opinión sobre temas que vuelven una y otra vez. Uno de ellos es sobre el carácter popular y jovial de un concierto que se supone que debería ser algo muy serio, porque la música clásica es muy, muy seria. Como si bailar y pasarlo bien fuera menos importante que pensar sobre el sentido de la existencia en este valle de lágrimas.
Durante décadas, los strauss se dedicaron a su negocio ganando popularidad (o sea, mucho dinero) con valses y operetas. Mientras tanto, la Viena más elitista los miraba por encima del hombro. Cada uno iba a la suya, hasta que la Filarmónica, presionada por nombres como Mahler y Brahmstuvo que ceder y admitir en su repertorio los valses que hoy defienden con uñas y dientes. Primer bandazo.
El hijo de Johann Strauss llegó a dirigir la orquesta solamente al final de su vida. Caprichos del destino, parece que en uno de concierto esoss el artista, ya bastante mayor, se agarró un resfriado que derivó en neumonía y acabó llevándolo a la tumba. Ahí Netflix se está perdiendo una serie que no tendría nada que envidiar al 'Amadeus' de Milos Formanpero en compas ternario.
Otro giro de guion: lo que empezó como un concierto para financiar el ejercito nazi durante la Segunda Guerra Mundial se ha convertido en un símbolo de unión entre los pueblos y la paz en la Tierra. «Nuestra contribución a la paz, la belleza y la armonía es pequeña, pero muy importante; Necesitamos la música más que nunca porque es medicina para el alma», dijo el maestro Riccardo Muti al final del concierto del año pasado.
La arpista Anna Lelkes fue la primera mujer que ingresó a la orquesta.
El gran tema recurrente aún no del todo resuelto es la presencia de mujeres en el podio de la Filarmónica de Viena el día de Año Nuevo y entre su plantilla de músicos. Aquí, el bandazo más sonado tuvo lugar en 1997. El 20 de febrero, en plena oleada de protestas porque la orquesta no admitía mujeres en sus filas, el presidente de la Sociedad Filarmónica de Viena, Werner Resel, pronunció la que iba a ser su frase más célebre: «Es mejor desmantelar la orquesta antes que ceder a las presiones para admitir a mujeres». Siete días más tarde, se anunciaba el ingreso de la primera mujer en la orquestaque a pesar de todo siguió existiendo y no ha sido desmantelada. Fue Anna Lelkesarpista que llevaba dos décadas colaborando con las instituciones a causa de la falta de hombres que tocaban este instrumento, pero hasta entonces no tenía derecho a ser considerado miembro estable de la formación. Pum, barbilla, barbilla.




