Irse de vacaciones siempre suele ser una buena experiencia. Pero también puede suponer un reto personal. Las diferencias culturales y los choques de costumbres obligan, en muchos casos, a hacer un esfuerzo extra de adaptación.abrir la mente, relativizar hábitos propios y aprender a convivir con nuevas rutinas de otro país que no es el nuestro.
No a todo el mundo le gusta cambiar sus costumbres, por ese motivo y desde que las redes sociales han pasado a formar parte de nuestro día a día, miles de personas comparten sus experiencias en plataformas como TikTok para contar sus anécdotas con total transparencia. Tanto lo bueno como lo malo.

Una mujer arrastra su maleta de viaje.
Como es el caso de Betty, una joven catalana que se ha ido a pasar unos días en Roma y que ha publicado un vídeo en el que explica que echa mucho de menos Catalunya, y que, aunque le ha gustado mucho la capital italiana, ya tiene ganas de volver a su casa.
«Mira, hoy es mi cuarto día en Roma y una cosa os diré. ¿Sabéis la frase de 'cuantas más personas conozco, más quiero a mi perro'? A mí me pasa que c«Uantos más lugares conozco, más quiero a Catalunya»empieza la joven en el vídeo.
«No puede ser que hayamos estado aquí cuatro días y haya desayunado un total de cero veces, porque yo no lo sabía, pero aquí, los italianos no tienen la tradición del desayuno que tenemos los catalanes de levantarte, hacerte tu café con leche, un bocadillo, unas tostadas con embutido… No. Aquí literalmente se levantan y, si se van a una cafetería, van a la barra, se toman un chute de café, un espresso, y se van.. Y si eso, se cogen su cruasán y se lo llevan. Pero ellos el ritual de desayunar con tostadas y embutido lo ven superraro», explica Betty.

Una catalana viaja a Roma y dicta sentencia: «Os digo una cosa, a mí no me saquéis de casa, porque como en casa, en ningún sitio»
«Y desayunar salado no les entra en la cabeza. Igual que hacerte un café con leche a las cinco de la tarde. Yo por la tarde necesito mi café con leche. Entraba en las cafeterías y tal, pide un capuchino. Y me dijeron: ¿capuchino? Y me dijeron: espresso. No lo contemplan. De verdad que me miraban mal por pedir un capuchino a las cinco de la tarde», sigue explicando la joven.
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«Yo sé que aquí está la mejor pasta, pero yo qué queréis que os digan, el pan lo echo muchísimo de menos. Es que ni focaccia. Dadme mi pan con tomate, mi fuet para desayunar, y dejadme tomarme un café con leche a las seis. En fin, que eso, que Roma es muy bonita, que estoy muy enamorada. Pero os digo una cosa, a mí no me saquéis de casa, porque como en casa, en ningún sitio. ¡Visca Catalunya!», concluye la joven.




