
Los habitantes de los colegios y universidades del país se enorgullecen perversamente de proclamar que Estados Unidos -incluida la educación superior- encarna el racismo sistémico. Más insidioso que el mero racismo (individuos o grupos que discriminan por motivos de raza, color u origen nacional), se dice que el racismo estructural o sistémico es inherente a las normas no escritas, las creencias compartidas, las instituciones políticas básicas y las asociaciones privadas de la sociedad. Según lo dicen administradores universitarios, profesores de vanguardia y legiones de estudiantes graduados prometedores, el racismo sistémico ataca y daña a los negros, los latinos y otros…




