El diez de diciembre, en Oslo, el Premio Nobel de la Paz alumbrado de esperanza a América Latina. Esta vez, la medalla y el diploma fueron para María Corina Machadola valiente dirigente opositora venezolana que lleva años desafiando al régimen dictatorial de Nicolás Maduro.
el Nobel de la Paz es, desde 1901, el máximo reconocimiento a quienes encarnan la defensa de la pazla dignidad humana y la convivencia democrática. El comité destacó su “lucha tenaz por los derechos democráticos del pueblo venezolano y por una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia”.
La travesía a Oslo: Ana Corina Sosa, la hija de Machado, fue quien recibió el premio y pronunció el discurso de su madre que no alcanzó a llegar a tiempo. Desde hace años, Machado tiene prohibido salir de Venezuela y últimamente pasaron largos meses en la clandestinidad perseguida por el aparato estatal.
Horas después de la ceremonia, la laureada apareció en Oslotras un intenso viaje con aire de rescate, que combinó mar y aire, escapando del veto migratorio impuesto por el chavismo. Desde el balcón de un hotel, Machado saludó a venezolanos que agitaban banderas y muy emocionados coreaban ¡Libertad! Por primera vez en mucho tiempo, “Venezuela” volvería a asociarse con esperanza.
Un premio incómodo para el poder: Los Nobel de la Paz generan pronunciamientos políticos. El reciente no ha sido la excepción:
a) Porque llama por su nombre a lo que ocurre en Caracas: una dictadura que ha vaciado las instituciones, manipulado elecciones, perseguidos opositores y provocado uno de los mayores éxodos del continente.
b) Porque desmonta la narrativa del “socialismo del siglo veintiuno” como proyecto emancipador. cuando una líder liberal, crítica tanto del chavismo como de la cooptación autoritaria de la izquierda regional, es premiada por su aporte a la paz, ya no se trata de izquierdas vs derechas, sino de democracia vs autoritarismo refugiado en discursos pseudo-redentores.
c) Porque desnuda a quienes relativizan la represión a explicar su silencio, que refleja su temor a la luz. Delcy Rodríguez la Vicepresidenta Ejecutiva del “gobierno” de Maduro calificó al Nobel como “manchado en sangre” y como una maniobra imperial contra la “revolución bolivariana”.
En realidad, lo que se mancha cada día es la reputación de un régimen que depende de la represióndel control de los medios y de cercanías, con grupos seriamente cuestionados para sostenerse.
El símbolo y las sombras: María Corina no es una figura neutra. Su posición en relación a Estados Unidos, las sanciones, la posible intervención externa y su denuncia de la presencia de agentes rusos, iraníes y grupos terroristas en Venezuela la han colocado en el centro de un huracán geopolítico.
El Nobel no tapa esas controversias, más bien las hace inevitables. Y está bien que sea así. Los premios de esta naturaleza se otorgan a seres humanos que encarnan, con todas sus contradiccionesbatallas morales decisivas de su tiempo. Mandela fue acusado de terrorista; Yasser Arafat, de violento; la propia institución del Nobel ha sido cuestionada varias veces.
Lo que implica a la región (y al Ecuador): Que este Nobel se entregue mientras varios países latinoamericanos se debaten entre tentaciones autoritarias, militarización de la política y erosión lenta de sus institucionesno debe pasar inadvertido. Constituye y debe generar una necesaria y profunda reflexión y alerta en el sentido de que, ninguna democracia Está ciega.
Paraca Ecuadorque conoce de cerca los costos del caudillismo y de los proyectos personalistas disfrazados de redencion popular, la historia venezolana debería servirle como seria advertencia. Cada vez que se minimiza una concentración de poderun ataque a la justicia oa la prensa, una burla a la alternancia o una campaña de odio desde el Estado, se abre una grieta por donde se cuelan las sombras del autoritarismo.
María Corina héroe valienteaunque su nombre no sea Alegría, millones de personas en Venezuela y en el mundo la recordaremos como la mujer que, desde la fragilidad y el riesgo, devolvió a la región la esperanzadora e inmensa alegría para creer que la fe y la determinación, cuando han sido violadas las urnas, todavía pueden más que los fusiles…




