A cualquier edad, más para chicos que apenas están saliendo de la adolescencia, ir a jugar al fútbol de Europa seduce desde lo deportivo y económico. Además, con arcas endebles para los clubes domésticos y billeteras extranjeras fuertes, resulta casi imposible retener a los jóvenes talentos. Así, a diferencia de lo que sucedió décadas atrás, los jugadores emergentes duran un abrir y cerrar de ojos en los campos verdes criollos, pues toman la decisión de desembarcar rápidamente en la prometedora Europa. Se van verdes con los pañales aún puestos. Y la moneda tiene dos caras. Hay riesgos…
La faceta más tentadora: jugar en un fútbol de alto nivel y codearse con estrellas top, sea en Premier League, la liga de España, Italia u otro país de primer orden. Desde luego, un contrato que brinda una estabilidad económica en el presente y futuro para el futbolista en cuestión. ¿Y lo negativo entonces por dónde pasa? Por marcar etapas de crecimiento y quedar en un peligroso stand by en la carrera.
Ejemplos de estos puntos en contra son actualmente las joyitas salidas de River en el último tiempo: Claudio Echeverri y Franco Mastantuono. El City Group y el Real Madrid fueron a la carga por ellos cuando empezaban a dar sus primeros pasos con la Banda y los protagonistas no pudieron resistir a la tentación reinante. Se marcharon con un puñado de partidos en Primera para saltar al Viejo Continente con una valija repleta de ilusiones. Pero se chocaron con una realidad.
El Diablito fue descartado por Guardiola en el City y fue a parar al Leverkusen de Alemania, donde tampoco hizo pie. Ahora recalará en el Girona de España con la idea de relanzar su carrera. Y a Mastantuono, que hoy perdió terreno en la consideración de Xabi Alonso en el Real Madrid, le empiezan a aparecer interrogantes sobre su futuro. Se habla ya de posibles préstamos a otros lugares.
La excepción a esas rápidas migraciones fue en su momento El ya súper probado Julián Álvarezque en River logró llevar a cabo una etapa de asentamiento en Primera desde su debut en 2018 y, luego de cuatro años, ya con un bagaje sobre su espalda, decidió cruzar el Atlántico para ser dirigido por Guardiola en el City y terminar de explotar en el Mundial en Qatar.. Obviamente, un caso de hallazgo ante las urgencias económicas que priman en el fútbol local y la mencionada tentación para los futbolistas.









