Pocas cosas nos generan un asco genuino en esta cuenta… pero este caso de síndrome de rapunzel cruzó la línea en todos los sentidos. Una niña de tan solo 10 años sufrió las peores consecuencias de vivir con esta condición y lo peor es que cualquiera puede vivir con esto.
Lo que pasó realmente es que una menor llegó al hospital después de casi un año con dolores abdominales que nadie sabía explicar. Los médicos, al hacer los estudios, encontraron una masa dura en su estómago… y no era un tumor ni un objeto extraño: era una enorme bola de cabello que llevaba meses creciendo dentro de su cuerpo.
Qué es el síndrome de Rapunzel y por qué creció un 'monstruo' de cabello en el estómago de una niña
La cirugía duró más de dos horas y, cuando el equipo médico por fin logró extraer todo, descubrió que el cabello pesaba 283 gramos y llegaba hasta la vesícula biliar.
El síndrome de Rapunzel es una condición rarísima que ocurre cuando una persona se arranca el cabello (tricotilomanía) y además se lo come (tricofagia). Como el cuerpo no puede digerir el cabello, este se acumula en el estómago formando una masa compacta llamada tricobezoar.
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En los casos más graves, esa masa crece tanto que se extiende hacia el intestino… justo como una trenza, por eso el nombre de “Rapunzel”. Es silencioso, peligroso y normalmente pasa desapercibido hasta que ya hay síntomas fuertes.
La niña, originaria de Pune, India, vivió casi diez meses con dolores abdominales que nadie entendía. El 8 de octubre tuvo que ser hospitalizado de emergencia. Y es que el síndrome de Rapunze, es decir, arrancarse el cabello y comérselo, suele estar ligado a ansiedad, estrés o condiciones emocionales que muchas veces se ignoran.
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No siempre termina en un caso extremo, pero sí puede avanzar sin que nadie se dé cuenta, especialmente porque quienes lo viven suelen hacerlo en silencio.
El síndrome de Rapunzel sí tiene tratamiento, pero no se resuelve solo. Después de la cirugía, la recuperación siempre incluye:
- Terapia psicológica para trabajar la ansiedad o los detonantes emocionales.
- Terapia conductual para evitar recaídas.
- Seguimiento médico, porque el aparato digestivo puede quedar sensible por un tiempo.
El síndrome de Rapunzel es raro, sí, pero no imposible. Y este caso demuestra que puede avanzar en silencio hasta convertirse en una emergencia quirúrgica. La niña ya está en recuperación, pero su historia es un recordatorio de que los pequeños hábitos pueden volverse un problema serio si nadie los observa a tiempo.




