Una vez más, Palazzo Acerbi sirvió como el telón de fondo milanés por excelencia para el show de Elisabetta Franchi. Esta vez, sin embargo, ella invitó a sus invitados a entrar en su mundo. Cautivada por el aura de misterio en torno a lo que se conoce como «la casa del diablo», trató de honrar su historia mientras imaginaba su propio futuro, transformándolo en el salón barroco de la marca. «Cuando vi por primera vez este lugar, inmediatamente me sentí atraído por él, porque fue aquí donde imaginé a mi futura mujer. Es femenina, magnética, segura de sí misma y no tiene nada que temer», dijo Franchi.
Con su colección Spring '26, se propuso explorar la interacción de la luz y la sombra inherentes a la naturaleza humana, enfocando tanto la delicadeza en polvo de la feminidad como el encanto más oscuro de la seducción. Con este fin, usó neón rosa como filtro. Como siempre, los matices de la sensualidad estaban allí, expresados a través de siluetas estructuradas, fluidez del movimiento, la celebración de la forma y una paleta reducida. «Si hay una prenda que nunca rendiría, es una trinchera de gran tamaño hasta el piso», dijo el diseñador. La trinchera encapsula perfectamente su idea de funcionalidad, que se usa pero seductor. Entre las nuevas ideas de la temporada estaban los pantalones capri combinados con trajes a medida, sus líneas afiladas compensadas por blazers cuyos hombros anchos se estrechaban dramáticamente en la cintura. Contrarrestando el borde masculino estaban los vestidos de jersey que rastreaban el cuerpo, distinguido por drapeados, recortes y detalles de ojo de cerradura, y franjas, que, en palabras del diseñador, «hacen bailar el cuerpo». A partir de esta búsqueda de movimiento, surgieron variaciones en Tripolino, cuero y organza pura, aplicada a faldas, vestidos, tops y chaquetas de motociclistas.
Las técnicas sobresalientes incluyeron redes con cuentas cosidas a mano en tul o crochet, un efecto de piel de avestruz que se presenta en el satén y se basó en mezclilla. La paleta se movió entre negro, mantequilla, desnudo y rosa tocador, mientras que las pulseras de metal apiladas usadas en masa prestaron un toque audaz a la apariencia.




