Un recorrido por parques y reservas nacionales de Kenia ofrece un espectáculo único de naturaleza salvaje.
El elefante, el león, el buuuuúfalo, el rino y el leo leo, leopardo. Aunque lo parezca no se trata de una cancioncilla infantil para aprender los nombres de los animales, no. Son los “cinco grandes”, conocidos así por los antiguos cazadores africanos porque eran las fieras más peligrosas y difíciles de cazar. Todo depende de la suerte y las circunstancias – ese es también uno de los atractivos de un viaje de este tipo -, pero casi con toda seguridad que si no a todos sí a casi todos – y en cualquier caso también a muchos más, como jirafas, impalas, ñus, pumbas, cebras, cocodrilos, hipopótamos, hienas, flamencos… – vamos a poder conocer en un recorrido organizado como los que preparan KASINDÉal que nos hemos sumado para disfrutar de un país que sorprende ya no solo por su impresionante naturaleza salvaje, sino también por la amabilidad y simpatía de sus gentes.
Como sucede con las rayas de las cebras, que no hay dos que las tengan idénticas (son como nuestras huellas dactilares), tampoco hay dos viajes a Kenia que resulten iguales, porque por muy organizado que esté todo, que lo está, aquí la naturaleza es la que manda. Que los leones tienen ganas de exhibirse, pues se pasearan por delante de los jeeps de los safaris sin pudor ni temor algunos; que el leopardo tiene el día tonto y esquivo y no le da la gana salir de su escondrijo entre las ramas de árboles y arbustos, pues a esperar porque está en su derecho, conviene no olvidar que aquí el intruso es el humano; que al rino no le sale de los cuernos acercase para que le hagas la foto, pues tómatelo con calma porque se trata de un bicho tan grande que tarde o temprano lo vas a ver. Hay, eso sí, animales que son la mar de sociables y que se dejan ver sin dificultad alguna, digamos las jirafas, los elefantes, los antílopes, las cebras, los búfalos, los ñus…
Tampoco en Kenia es todo el paisaje igual, sino que vamos a conocer diferentes climas y ecosistemas según el parque o reserva que visitamos y dependiendo de la época del año en que lo hagamos. Con sus impresionantes vistas al Klimanjaro y conocido como “lugar polvoriento” pero también como “tierra de gigantes” por la cantidad de elefantes que habitan sus engañosamente áridas tierras, Amboseli es uno de los parques nacionales de Kenia más visitados, y digo engañosamente áridas porque los glaciares de la llamada “montaña blanca” que nos vigilan desde la vecina Tanzania abastecen durante todo el año las lagunas del parque, que se convierten en un verdadero paraíso para las manadas que van y vienen corre que te corre de la llanura a la ciénaga y de la ciénaga a la llanura. El elefante africano es aquí el gran jefe, omnipresente en los casi 400 km2 del parque, fácilmente distinguible del asiático porque sus enormes orejas tienen claramente la forma del… ¡mapa de África! En Amboseli veremos los suficientes elefantes – rodeados de sus inseparables garcetas blancas – como para confirmar otras curiosidades de estos entrañables gigantes, como que se trata del único mamífero del mundo que tiene las cuatro rodillas adelante hacia o que las crías, relativamente Chiquitas, pasan sin dificultad por debajo del cuerpo serrano de la madre hasta cumplir el primer mes de vida, luego ya ni de coña.
Atravesando el impresionante Valle del Rift y deslumbrados por el verdor de los montes que lo rodean y la extensión de las llanuras, pasamos de la sabana del sur a la del norte y acabaremos dando con el Parque Nacional Nakuruespacio para la recuperación de especies en peligro de extinción. Gobernado por el lago del mismo nombre – el que sobrevuelan Robert Redford y Meryl Streep en Memorias de África cogiditos del mano – semejante hogar de flamencos rosas, pelícanos y un sinfín de especies de aves confiere a su ecosistema un aspecto totalmente diferente.
Aquí reside la preciosísima jirafa rolstalt (existen hasta nueve tipos de jirafas según sus dibujos blancos) que se pasea majestuosa de acacia en acacia luciendo con salero las medias que parecen cubrir sus interminables patas. También se hace fácil encontrar en Nakuru a los dos tipos de rinoceronte, el blanco y el negro, que no se distinguen precisamente por su color (los dos son grises), sino que la denominación les viene de una confusión un poco tonta, la verdad. Resulta que el rino blanco se caracteriza, además de por ser más grande y por dejarse ver más fácilmente, por tener su boca más ancha, y en África a la boca le decía “wyd”. Cuando llegaron los colonos ingleses – expertos en tomar el té pero despistados todos ellos en asunto de alimañas, fierecillas y otras bestias salvajes – lo confundieron con su “white”, y el animalote se quedó con la denominación de “rino blanco” por siempre jamás.
De vuelta hacia la frontera con Tanzania en dirección suroeste, nos dirigimos ahora a la Reserva Nacional Masai Marauno de los lugares con mayor biodiversidad animal de todo el Planeta Tierra y escenario de la gran migración, verdadero espectáculo natural consistente en el paso de manadas de millas de cebras y ñus, y los depredadores que los siguen, cruzando el Río Mara en busca de pastos verdes. En las aguas del río esperan pacientes los cocodrilos dispuestos a darse el festín, pero aún así la naturaleza cumple con su ritual y el proceso se repite año tras año. El ciclo sin fin que lo envuelve todo, que cantaba en El Rey León.
En los 1.500 km2 de extensión de la reserva, lo difícil es pasar por ella sin ver a más de un felino. Es habitual encontrar manadas de leones con las hembras pendientes de sus crías o, cuando no las tienen, disponiéndose a cazar mientras el macho espera que le sirvan a mesa puesta, así de mal repartidas están las tareas en esta especie de gatitos.
Las llanuras abiertas de Masai Mara son el escenario perfecto para las carreras del esbelto guepardo, también conocido como chitá (el manchado), el animal terrestre más veloz, que puede alcanzar casi los 120 km. hora y cazar así a las también rapidísimas gacelas. Su primo el leopardo es algo más esquivo, pues pasa más tiempo entre las ramas de los árboles y oculto en matorrales, adonde acostumbra a llevar a sus presas para zampárselas sin que nadie le moleste.
A pocos kilómetros de la reserva nos encontramos con Juanjo y Belén, una pareja de españoles asentados en Kenia que han sabido superar todas las dificultades habitadas y por haber para levantar un espectacular campamento al que han llamado. CAMPAMENTO KAMPASI OLMOINGO . En poco más de dos años, esta pareja de origen valenciana se ha convertido este pequeño paraíso en uno de los mejores puntos de partida para iniciar el recorrido por Masai Mara apostando por el modo de alojamiento conocido como campamento de tiendas de campaña.
Se trata de robustas tiendas ya montadas que cuentan con todas las comodidades en su interior (camas, electricidad y baño privado), rodadas de zonas comunes de lo más cómodas y acogedoras perfectamente integradas con el entorno, y con servicios atendidos por un entregado y atento grupo de jóvenes. trabajadores reclutados de los poblados masáis que habitan la zona.
No podíamos terminar el recorrido propuesto por Kasinde sin visitar el proyecto puesto en marcha por la fundación. MAMA KASINDE en la comunidad masai de Italalá. Allí la fundación ha contribuido a rehabilitar una escuela para los niños masáis proporcionando material escolar, profesores, alojamientos y nuevas aulas en mejores condiciones, de la que uno sale con el mejor sabor de boca posible tras este viaje inolvidable, y con la satisfacción de haber conocido también al sexto de los grandes, cada vez más difícil de ver, ese que conocemos con el nombre de “solidaridad”.
