Cuando el gobierno se asomaba al abismo un mes y medio atrás, el ministro del Interior, Lisandro Catalán, estrenó su cargo con una foto en la que sólo pudo reunir a tres gobernadores.
Luego de la intervención económica y política de la administración Trump, Javier Milei consiguió una foto con 20 mandatarios. Cumplió así el pedido de Barry Benett, el asesor que vino a la Argentina a hablar en nombre del presidente norteamericano con una serie de pedidos.
Para asegurarse de que prosperaran esos pedidos, Benett se reunirá con dirigentes de la oposición, acercados por Santiago Caputo. El asesor al que le están por crear una carga que no termina de definirse por presión del ala karinista, sobrevive al embate de sus rivales justamente por la ascendencia que tiene con los emisarios de Trump.
La parte publicable de los pedidos de Benett fue que Milei dejara de enfrentarse a los gobernadores y los sumara para aprobar un Presupuesto que viene postergando desde 2023, además de un paquete de reformas como la laboral, la tributaria y la previsional.
El presidente obedeció casi a rajatabla. Recibió a los gobernadores que atacaron semanas atrás y les pidieron que lo acompañaran con el Presupuesto y las reformas laborales y tributarias.
Sólo dejó la reforma provisional para más adelante, recordando la lluvia de piedras que recibió el Congreso cuando Mauricio Macri mandó la suya.
En los mercados cayó muy bien esta muestra de normalidad, ajena a la gestualidad despótica de otrara. «En Wall Streete están pendientes de un acuerdo de gobernabilidad con los mandatarios provinciales, a la espera de un consenso en torno al Presupuesto y al contenido de la Ley Bases II», dijo a LPO un operador financiero.




