Esto es para todos: la historia inacabada de la World Wide Web Tim Berners-Lee Farrar, Straus y Giroux (2025)
La World Wide Web es una de esas raras innovaciones que realmente remodelaron el mundo. Ahora está tan profundamente arraigado en nuestra vida diaria que es difícil imaginar una época antes de que existiera o incluso recordar cómo empezó todo. Entonces, ¿quién mejor para reexaminar el estado del ecosistema moderno de Internet y defender la reforma que el propio creador de la web: el científico informático Tim Berners-Lee? Sin embargo, no es el tipo de líder carismático que puede inspirar una revolución, al menos no a través de sus escritos.
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Esto es para todos Se lee como un boletín familiar: cuenta lo que sucedió, relata el origen y la evolución de Internet con gran detalle, pero rara vez explica por qué no se hizo realidad el ideal de una Internet descentralizada. El argumento central de Berners-Lee es que la web se ha desviado de sus principios fundacionales y ha sido corrompida por empresas con fines de lucro que buscan monetizar nuestra atención. Pero todavía es posible “arreglar Internet”, argumenta, esbozando una visión utópica de cómo se podría hacer eso. En él, las redes sociales se diseñarían para “maximizar la alegría” que experimenta el usuario en lugar de alimentar la división, y se introducirían estándares técnicos para evitar que los errores de la era de las redes sociales se repitan en la era de la inteligencia artificial. Ambas ideas son optimistas (algunos podrían decir ingenuas), pero al provenir de alguien tan importante en la creación de la web, tienen un peso particular.
En esta historia personal de Internet, escrita con el coguionista Stephen Witt, Berners-Lee relata décadas de su carrera en varias instituciones, en particular el CERN, el centro europeo de física de partículas en Ginebra, Suiza. Aquí, su invento fundamental, la World Wide Web, comenzó como un proyecto paralelo que sus gerentes toleraron de mala gana. Gran parte de esto es una historia bien conocida, tanto porque la web prevalece en nuestras vidas como porque Berners-Lee ha concedido numerosas entrevistas sobre cómo surgió.

El informático Tim Berners-Lee.Crédito: Sam Ogden/SPL
Como autor, Berners-Lee es más poderoso y persuasivo cuando mira más allá de su propia vida para examinar los rincones explotadores de la red. Por ejemplo, señala que algunos demócratas estadounidenses (como el senador Ed Markey y el ex vicepresidente Al Gore, quienes abogaron por regulaciones tecnológicas bien pensadas) estaban más dispuestos que los republicanos a involucrarse en el funcionamiento interno de la web. Sostiene que este desequilibrio dio forma en parte al desarrollo inicial de la web en la década de 2000, estableciendo normas dañinas que aún persisten hoy.
Berners-Lee critica las cookies (pequeños fragmentos de datos que los sitios web almacenan en las computadoras de los usuarios, a menudo para rastrear el comportamiento de navegación) por espiar innecesariamente a los usuarios. Y lamenta que la web esté controlada por “un puñado de proveedores” que “crecieron hasta convertirse en monopolios dominantes y no regulados”. Sugiere que deberían ser controlados.
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En las últimas secciones del libro, Berners-Lee se muestra refrescantemente sincero. Critica a Google por intentar dominar el World Wide Web Consortium (la organización sin fines de lucro con sede en Cambridge, Massachusetts, que establece estándares web) al incorporar su lenguaje de codificación preferido en su navegador Chrome, convirtiendo efectivamente este lenguaje en la opción predeterminada. Esta lucha por los estándares es comparable a sus enfrentamientos anteriores con los creadores del navegador Mosaic, incluido el empresario Marc Andreessen, cuya visión de la web orientada a las ganancias chocó con el ideal original de Berners-Lee de un sistema distribuido, descentralizado y abierto. Berners-Lee parece sentir una admiración a regañadientes por el éxito de Andreessen en la comercialización de la navegación web temprana ignorando las sutilezas de la comunidad en línea que habían sido la norma hasta ese momento. Hizo cambios en la forma en que los navegadores muestran imágenes, “supongo que tenía derecho”, escribe Berners-Lee. Mosaic rápidamente se convirtió en “un monopolio dominante” en la década de 1990, convirtiendo su método de renderizado en el estándar. Otra empresa que Berners-Lee condena es Apple, por dirigir a los usuarios hacia su tienda de aplicaciones estrictamente controlada y hacer prácticamente imposible descargar aplicaciones que están fuera del ecosistema de Apple. Los algoritmos de las redes sociales también provocan su ira; advierte que actúan como “un megáfono encubierto”, distorsionando y contaminando el discurso público.
Su solución es tan radical hoy como lo era la web en 1989. Junto con sus colegas del Instituto Tecnológico de Massachusetts en Cambridge, creó un protocolo de datos llamado Solid. Este marco de gestión de datos ofrece a los usuarios control sobre su información personal a través de 'pods' seguros: almacenes de datos individuales que les permiten decidir qué aplicaciones o servicios pueden acceder a sus datos. Este enfoque invierte la dinámica del poder: compartir datos con empresas de tecnología es posible, pero sólo en los términos del usuario.






