UN MAR DE IMPULSOS LITERARIOS
Por Gregorio Dávila de Tena.
Este escrito no pretende ser una reseña sino un conjunto de notas y citas de fragmentos tomados durante la lectura de este libro original de José de María Romero Barea publicado por la editorial sevillana Alfar. Como bien se dice en la sinopsis de la contraportada: «Inútil emulo es un viaje literario por los territorios de la identidad, la imitación y el fracaso».
Partiendo del principio aristotélico del arte como imitación y de lo que dice Antonio Carvajal sobre «la emulación como el estímulo más importante para la creación poética, más que la propia invención», entramos en un terreno apasionante sobre la vinculación entre la lectura y la escritura, sobre el origen mismo del lenguaje.
Efectivamente, este libro es un viaje de exaltación a la palabra, un torrente de juegos literarios donde la frase (y el verso) vuelve una y otra vez en busca del sentido (una de las etimologías de “verso” es “retorno”). Hay un trasfondo poético en todo el recorrido de la obra. Parafraseando a Gil de Biedma cuando decía: «Yo creía que quería ser poeta, pero en el fondo quería ser poema» podemos entrever lo que diría Romero Barea: «Yo quería ser prosista pero en el fondo quería ser poeta (o poema)». Uno quisiera escribir La montaña magica de Thomas Mann y al final escribe algo parecido a Inútil emulo. Y está bien que así sea.
A veces los personajes de los relatos toman el control de la narración. Tienen variaciones en los nombres. Se va comentando el relato. El autor se anima y alaba algunas cosas escritas. Toma notas, las lee y las tira a la papelera, rescatando algunas palabras. «Lo que intenta, supongo, es reinventar el lenguaje, romper los usos gramaticales, los valores espacio-temporales… En comparación, el Ulises es lectura de parvulario». Pero el autor te llama la atención y te da instrucciones sobre cómo leer el texto. El escritor se manifiesta y luego se esfuma.
Y todo el texto es «lugar sagrado este, oh experimental, atonal, furioso… esta escritura donde la realidad aparece y desaparece, este fabular sin fin, incontrovertible, desde diferentes perspectivas».
Intentos de haiku en prosa, enumeraciones borgianas con relaciones mínimas que ponen a prueba al lector atento, que a veces se distrae entre palabras góticas. «Un yo abierto al mundo, vulnerable a fuerzas externas, naturales o sobrenaturales…»
La caja de ideas, el ataúd, entre una tina y otra tina este runrún de palabras, desde el Alfa hasta el Omega, desde la frente hasta el horizonte del mar, marinero de Samuel Taylor, ejercicios de caligrafía en busca de un epitafio.
«Un laberinto, dentro de una relación con varios hilos paralelos que se entrecruzan, a partir de una serie de asociaciones simbólicas. Los hilos toman varias direcciones al mismo tiempo». Como dice Ana Gorría: «Nos construimos con hilos de otros».
Una relación sobre el lenguaje, entre la ficción y la realidad. La parábola de un asesinato en Ciudad Condal. «Dónde se ha visto que una historia sea real». Toda la narración son destellos de luz de luna en los vidrios rotos. Algo así decía Chéjov y un haiku de Pedro Fanega.
«El relato da un giro inesperado. A veces lo más sencillo es lo que mejor funciona».
«La vida aporta la banda sonora, nosotros nos perdemos en diálogos». Cada frase tiene significado por sí misma, cada verso es una unidad de sentido, donde el lector se sumerge en una exuberante demostración de creatividad. La desmesura, dios, la desmesura. «El lector es un personaje más, que ve lo que tú no ves».
Interrogaciones, exclamaciones y signos de puntuación pugnan por seguir el hilo y acotar la trama, en un ejercicio “guadianesco” de apariciones y ocultamientos hasta llegar al mar donde las ballenas (con pocas descripciones) devoran los significados convencionales. El puro hedonismo de escribir en las noches sin luna cuando las niñas duermen. Pero «me veo muy mayor para comprender qué coño has querido decir, Ina».
La sucesión de imágenes, escenas y conceptos te impide asentarte en la narración. A la espera del sentido, la combinación de todo lo anterior es un cóctel que dinamita tu cerebro. La copia no recuerda en nada al original, «en cada repetición se produce una variante».
«Las palabras no saben, son inadecuadas si se enfrentan al poder de lo absoluto».
«No hay distinción entre tú y este libro; Espectador, eres parte de la pieza, descifras los componentes verbales a medida que avanzas en la lectura». La lectura del libro te convierte en parte del proceso de creación a través de un entorno interactivo. «Es autor que se apropia de un tema para centrarse en el acto de escribir en lugar de decidir qué escribir».
Un libro donde destaca la plena libertad de expresión, donde todo brota a partir de fogonazos creativos e impulsos poéticos para ir llenando cajas y huecos de relaciones que zarpan hacia un mar de géneros y estilos. «Nada noble se hace sin riesgo» dice Montaigne. Y Romero Barea crea un espacio de riesgo y experimentación en el que se lanza “a tumba abierta” hacia el don de los abismos.

Inútil emulo
José de María Romero Barea
EditorialAlfar, 2025




