Para hablar de este libro, antes tengo que hablar de otra cosa. Ahora me entenderán. Mi amigo Pedro Casamayor, poeta y mil cosas más, es un amante y gran conocedor de la obra del mítico Christian Bobin. Bobin y Casamayor comparten un sentido poético de la realidad, una escritura honesta y el increíble don de asombrarse por lo cotidiano. De esa pasión por los libros del autor francés surgió la idea de crear un premio que honrara su nombre. Así, un día en Raro de Luna, la casa-maravilla de Pedro y María en Gójar, y con la complicidad de Beñat Arginzoniz, editor de El Gallo de Oro, se gestó la edición del I Certamen Literario Christian Bobin, cuyo ganador resultó ser Sergio García Zamora con la obra. Inventario del paraíso.
Inventario del paraíso es un libro breve y leve, una recopilación de textos que oscilan entre la crónica poética, la sublevación contra el mundo de las cosas materiales y el canto al amor a la poesía. Entre sus párrafos de prosa poética desfilan niños, perros, nubes, lágrimas y ángeles. También objetos y fantasías. Pero sobre todo hay un hilo conductor sorprendente que parece vertebral, de un modo casi invisible, toda la obra: una encendida y luminosa visión de la poesía como redención. Como forma de entender y vivir en el mundo y que confunde la vida con la literatura. Este es un libro que se acoge a la fórmula de lo mínimo, dando al autor muestras de una sobriedad narrativa muy solvente. Es en esta claridad y economía verbal donde más relucen los versos libres de García Zamora. Un autor que no solo escribe con el obsequio de la belleza y la llaneza. También es poseedor de un universo propio muy sólido, mostrando en pocas palabras ideas audaces ya veces de una profundidad filosófica abismal. El narrador de este Inventario realza su identidad lírica en un sucinto juego de autoindagación, la liturgia de un yo que se construye a través de la escritura. Escritura inaudita, reflexiva, que se interroga a sí misma por su necesidad de ser, porque al final el que escribe, nos revela Sergio García Zamora, es un monstruo para el que no lee. Quizás por eso leemos estos libros, para que el otro sea más humano y no para buscar nuestra redención personal. El poeta es un perro que recorre un paraíso, sin saber si llegará sano y salvo, porque el tiempo se esconde en los versos, y los versos esconden la cura pero también el veneno.
Como se ha señalado a menudo, el auténtico placer de la poesía reside en recorrer la distancia que una metáfora traza entre dos ideas distintas. Y ese placer es aquí revelador. Este libro, entonces, es otra cosa. Es la metáfora de una sucesión de sueños y palabras, de recuerdos de la vida de un poeta. Es un inventario.
Pedro Pujante




