«Era a principios de 2012 y estaba haciendo una serie de inmersiones en sumergibles por todo el mundo. Mi compañero de expedición Andrew Wight me dijo: '¿Alguna vez has estado en Papúa Nueva Guinea? Allí está (la Fosa de Nueva Bretaña), y tiene cinco millas de profundidad.' Decidimos realizar allí nuestras inmersiones de prueba, pasando nuestro equipo por la ciudad de Rabaul, en la isla de Nueva Bretaña. Escuché que los indígenas Baining estaban en las montañas y un guía local negoció con los ancianos para que nos permitieran ir allí y filmar su ceremonia del fuego (para mi documental de expedición). Desafío de aguas profundas). Llegamos lo más lejos que pudimos en un vehículo todo terreno, luego hubo tal vez una hora de caminata por un sendero muy embarrado. Fue un trabajo duro y lo recorrimos dos veces para poder sacar parte de nuestro equipo de cámara 3D.
Era un pequeño pueblo con techos de paja y un claro en el centro, rodeado de selva tropical. El humo de la leña se movía suavemente. Todos se estaban preparando. Abajo, en el borde del bosque, los jóvenes estaban preparando máscaras hechas de tela de corteza (un material muy liviano, casi como piel de ciervo) sobre marcos. Estas máscaras medían cinco o seis pies de alto. Les compré cigarrillos, lo cual agradecieron. No fumo, pero pensé que sería mejor encender un cigarrillo y estuvimos juntos; no hablaban inglés y yo no hablo ningún idioma papú. Un grupo de hombres mayores se sentaron en una plaza y tocaron el tambor toda la noche; no pararon. Las mujeres observaron y estos pequeños niños cargaron gigantescos haces de madera que eran más grandes que ellos e hicieron una enorme hoguera. Inmediatamente después del anochecer, cuando la única luz provenía del fuego y la luna, estos chicos salieron del bosque bailando con las máscaras; parecían vagamente humanoides pero también animales. Entraron y salieron del bosque, dejaron que el fuego se convirtiera en una gran pila de brasas, y luego corrieron y lo patearon para que explotara a 20 o 30 pies en el aire. Ellos fueron hasta el amanecer y yo me quedé todo lo que pude, hasta las dos de la madrugada. De hecho, su baile inspiró una escena en Avatar: Fuego y Ceniza. Fue espectacular, sinceramente, la cosa más asombrosa que jamás había visto”.




