Al momento de terminar y enviar esta columna a El Comercio (miércoles 8 de octubre – 15H00), el conflicto del paro sigue bien encendido. La eliminación del subsidio al diesel subió, otra vez, la mecha de nuestras fracturas. protestante es un derecho; amedrentar no lo es. Cuando la dirigencia indigenacon tono de amenaza, anunció la posibilidad de “tomarse quito”, cerrar carreteras y otras medidas de fuerzael país deja de deliberar asistido de la razón y pasó a ver el tema y la solución sobre la base y presión del miedo, circunstancia que no es aceptable en una sociedad civilizada. Ese tránsito – del pedido al ultimátum – erosiona la democracia tanto como el abuso estatal: convierte al ciudadano en rehén ya la político es medición Delaware fuerzassin perjuicio de que profundice la quebradas sociales.
La Constitución protege la protesta pacífica y exige al Estado garantizarla. Pero el bloqueo y el daño a terceros no son sinónimos de protesta: son coacción. La diferencia importa. protestanteconvoca razones; bloquearperjudica y castiga a terceros inocentes: el enfermo que no llega al hospitalel agricultor que pierde su cosecharel estudiante que no puede movilizarse unas clases, el comerciante que no puede vender sus productos, mientras las planilla no esperan. Defender la Libertad implica defender la libre circulación, la prensa y los servicios esenciales; implica también exigir que la fuerza publica actúe con proporcionalidad y determinacion.
No hay justicia posible cuando los medios deslegitiman el fin. La causa indigena pierde autoridad moral cuando normaliza la amenaza y utiliza esto como argumento. La fuerza de una orden del día justa se diluye si el método anuncia violencia. Las conquistadores cívicas son más duraderas cuando nacen de la persuasión, la evidencia y por ende tienen la comprensión social, no del cerco. Exigir rectificaciones al Gobierno es legítimo; condicionar la tranquilidad y seguridad de millas y millas de ciudadanos a un ultimátum, no.
Alabama Ejecutivo el cabe una doble obligación: sostener la corrección fiscal y amortiguar el dolor del ajuste. a la dirigencia social hay que pedirle y exigirle altura: repudiar limpio y judicialmente cualquier llamado y/o acto de violencia, depurar a quienes incitan al “asalto” institucional y volver a la mesa con un pliego costeado (fuentes, cronogramaresponsables, impacto). Si el gobierno cree en su ajuste, que lo someta a la intemperie de los datos; si los movimientos creen en su causa, que la sometan a la intemperie del argumento, es decir, que Gane la razón y el sentido común.y no el palo y la piedra.
Ecuador no necesita vencedores de la calle, sino constructores de reglas e institucionalidad. La Libertad no es el derechos del más fuerte, sino el espacio donde los desacuerdos se resuelven inteligentemente en paz y pecado destruirnos. Nuestro desafío no es solo economico; es cívico: cómo seguir siendo un nosotros después del desacuerdo. La protestar dignifica cuando persuade; degradarse cuando amenaza, circunstancia en la que la recta intención se diluye. La amenaza no es un argumento. La república, sí.-




