La reacción política británica a las renuncias del domingo coincidió ampliamente con las líneas partidistas.
Kemi Badenoch, líder de la oposición conservadora, acogió con satisfacción las salidas, pero arremetió contra un “catálogo de fracasos graves que es mucho más profundo” y pidió un mayor escrutinio de su cobertura del conflicto de Gaza.
Nigel Farage, un aliado de Trump cuyo partido de derecha populista Reform UK lidera constantemente las encuestas del Reino Unido, dijo: “Esta es la última oportunidad de la BBC”.

«Si no lo hacen bien, habrá un gran número de personas que se negarán a pagar la tasa de licencia», añadió, refiriéndose al impuesto que la mayoría de los británicos pagan para financiar la institución.
La secretaria de Cultura, Lisa Nandy, no había llegado a pedir la dimisión de Davie el domingo, pero había presentado un catálogo de cuestiones que esperaba que se abordaran. Dijo que se habían hecho «una serie de acusaciones muy serias» contra la emisora, incluido un «sesgo sistémico en la forma en que se informan temas difíciles en la BBC».
En una declaración posterior a la renuncia de Davie, Nandy prometió apoyar a la junta directiva de la BBC (su máximo órgano de gobierno) en la gestión de la transición hacia un nuevo liderazgo, y añadió: “Ahora más que nunca, la necesidad de noticias confiables y programación de alta calidad es esencial para nuestra vida democrática y cultural, y para nuestro lugar en el mundo”.
Ed Davey, líder de los centristas Liberales Demócratas (quien ha atacado repetidas veces a la BBC y se ha quejado de que da demasiado tiempo de emisión a los partidos de derecha) pidió que el grupo “pase una nueva página, reconstruya la confianza y no ceda ante personas como Nigel Farage que quieren destruirla”.
Mason Boycott-Owen y Jacob Parry contribuyeron con el reportaje.




