La cama marina tiene vastas reservas de cobalto, níquel y otros minerales, sin embargo, ninguna regla internacional rige cómo podría continuar dicha extracción o cómo se deben contener sus impactos. La Autoridad Internacional de Manos Marinos (ISA) tiene el mandato de establecer esas reglas, pero en su sesión de julio, no pudo acordar un código minero. Mientras tanto, 30 contratos de exploración de recursos permanecen vigentes y están más cerca de la extracción industrial. Esta contradicción no es accidental. Se deriva de cómo funciona la autoridad: licencias primero, restringir más tarde. Se necesitan transparencia y revisión independiente para restaurar el saldo.
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La toma de decisiones se concentra en el Consejo ISA, que es responsable de la creación de reglas, la licencia y la supervisión. En otros entornos de políticas multilaterales, la tutela y las licencias están separadas y los informes públicos son obligatorios. El consejo delibera principalmente en sesiones cerradas. Los científicos y los representantes de la sociedad civil pueden asistir como observadores, pero la Regla 75 los restringe a un asiento sin voto: están presentes en la sala, pero ausentes de la toma de decisiones.
Tres brechas estructurales actualmente erosionan la credibilidad de la ISA como un cuerpo para gobernar el lecho marino en nombre de toda la humanidad. Una brecha de representación: las decisiones están dominadas por los estados con intereses mineros, mientras que las naciones sin capacidad minera, y científicos independientes y grupos de sociedad civil, siguen siendo marginales. Una brecha de mandato: las salvaguardas se aplican principalmente como formalidades, con vínculos débiles con la ciencia. Y una brecha de legitimidad: los datos de referencia producidos en gran medida por los contratistas están sujetos a una pequeña revisión o supervisión independientes, a diferencia de otros regímenes de gobernanza, como los organismos pescadores regionales o la Comisión Internacional de Ballidas.
Estos espacios se remontan a la década de 1990, cuando se diseñó la arquitectura de la ISA, antes de que se entendieran los ecosistemas de aguas profundas, antes de que la biodiversidad fuera reconocida como un pilar de desarrollo sostenible y antes de que la transparencia se convirtiera en una norma en las negociaciones multilaterales. El ISA se estableció en 1994 bajo la Convención de las Naciones Unidas sobre la Ley del Mar (UNCLOS) con un doble mandato: para salvaguardar la cama del mar como herencia común de la humanidad y regular su explotación en beneficio de todos. Tres décadas después, ese equilibrio se ha inclinado hacia la explotación, con la autoridad presionada para considerar las aplicaciones mineras antes de que existan reglas vinculantes o estándares ambientales.
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En julio de 2021, el estado de Nauru desencadenó una cláusula en UNCLOS que obligó a la ISA a finalizar un código minero dentro de dos años. Cuando no se adoptó ningún código en julio de 2023, el vencimiento de este período tiene derecho a los estados a enviar solicitudes en ausencia de las reglas. Aunque las negociaciones y la redacción del código han avanzado desde entonces, el progreso en las líneas de base ambientales y los mecanismos de intercambio de beneficios se ha estancado. En la práctica, el principio de precaución se ha aplicado de manera desigual a través de las sesiones de ISA, reflejar interpretaciones legales divergentes, estándares de evidencia y alineaciones políticas.
Votación de Noruega en enero de 2024 Permitir la minería exploratoria de la cama marina ha aumentado las preocupaciones ambientales. Además, la investigación independiente generalmente llega demasiado tarde para dar forma a los resultados, mientras que los datos generados por los contratistas dominan la base de evidencia y plantear dudas sobre la independencia. Las propuestas para incrustar una revisión independiente en los procedimientos de ISA se han estancado repetidamente, dejando frágil la confianza en las decisiones de la autoridad.
Tres puertas darían los puntos de control exigibles de ISA antes de otorgar cualquier licencia minera. Estos se centran directamente en la reforma institucional, no en individuos o países, y ayudarían a la ISA a cumplir su mandato.






