La empresa científica ha sido impulsada durante mucho tiempo por personas decididas. Las instituciones, la financiación y el reconocimiento todavía se organizan en torno a la idea de que la competencia entre individuos en un mercado libre de ideas es la mejor manera de que progrese la investigación.
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Sin embargo, el auge de la «gran ciencia» ha puesto más énfasis en los equipos que en los individuos. Los estudios han demostrado que los grupos de investigación y las colaboraciones, y la cultura en la que operanson clave para fomentar una ciencia impactante y de alta calidad. Un análisis de 65 millones de artículos, patentes y productos de software encontró que los equipos tenían más probabilidades de generar ciencia disruptiva que los individuos (L. Wu y Alabama. Naturaleza 566378–382; 2019). Otro estudio encontró que los grupos con una cultura colaborativa y no jerárquica tenían más probabilidades de ser innovadores (F.Xu y Alabama. Proc. Acad. Nacional. Ciencia. EE.UU 119e2200927119; 2022).
Sin embargo, la forma en que se evalúa a las universidades y a los investigadores no ha cambiado. Una auténtica transformación científica y social no sólo requiere de los mejores científicos sino también de los mejores equipos. Es hora de evaluar y recompensar a los equipos, no sólo a los científicos individuales.
Este llamado a la acción es un pilar central de la presidencia danesa del consejo de la Unión Europea. También es el foco de la Conferencia de alto nivel de la UE sobre la reforma de la evaluación de la investigación en Copenhague esta semana, que presido. Más de 300 representantes de universidades y agencias de financiación europeas e internacionales debatirán sobre el futuro de la evaluación de la investigación global. También trazarán nuevas direcciones para mejorar la cultura de la investigación sobre la base de la calidad, la confianza y la colaboración.
La magnitud del desafío es clara. Sí, los grandes equipos están compuestos por personas competentes. Pero una cultura inclusiva, eficiente y creativa es igualmente importante, y eso es un desafío de construir y medir. A continuación se presentan algunas recomendaciones preliminares para apoyar una cultura colaborativa.
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En primer lugar, los financiadores y los líderes universitarios deben reconocer lo que constituye un equipo fuerte. Para establecer un entorno que apoye las colaboraciones, los líderes y las instituciones deben fomentar una visión clara, confianza y valores comunes. También deberían contratar personas con buenas habilidades interpersonales para promover la inclusión y el compañerismo en los equipos, así como en el funcionamiento diario de un laboratorio.
En segundo lugar, la comunidad científica debe ponerse de acuerdo sobre cómo evaluar la cultura de investigación en un grupo. La productividad de un individuo se puede evaluar: aunque imperfectamente — por el número de publicaciones, citaciones, premios y subvenciones que obtienen. El desempeño del equipo, incluida la resolución conjunta de problemas, el aprendizaje colaborativo y el liderazgo, es más difícil de evaluar.






