El 7 de enero de 1355, Inés de Castro era degollada por el hombre que era en la práctica su sueño, aunque la asesinara precisamente porque se oponía a la unión de la dama gallega con su hijo, el futuro. rey d. pedro … yo de portugal. Setecientos años después, el amor trágico de Pedro e Inés sigue siendo una de las historias de las que más se ha escrito y que más interés suscitan, no solo entre historiadores y escritores, sino entre quienes visitan los lugares donde transcurrieron algunos episodios —reales o inventados— que han quedado grabados en el imaginario colectivo portugués.
«El amor de Pedro e Inés es un amor que todos envidiamos, un amor que queremos para nosotros. Desde el siglo XII, a partir de las dos magníficas tumbas de Alcobaça y de la fuente de los Amores, en la Quinta das Lágrimas (Coimbra), esta historia ha sido capaz de inspirar sagas como la de Romeo y Julieta, óperas, poemas épicos, libros y, directa o indirectamente, series de Netflix». Son palabras de la escritora y periodista portuguesa Isabel Stilwell, autora de 'Inés de Castro, espía, amante y reina' (Espasa), su segunda novela histórica traducida al castellano.
Una frontera porosa
«Hay momentos de nuestra historia, sobre todo en la Edad Media, que no podemos leer desde las fronteras de los entonces reinos de Portugal, Castilla, León, Galicia o Aragón, porque las personas se movían constantemente, se casaban entre ellas, formaban alianzas. No podemos mirar lo que sucedió en la península sin hacerlo como un todo», explica la novelista, que presentó su obra en la Feria del Libro de Madrid. «Para muchos lectores fue una sorpresa descubrir que Inés era gallega y que tenía una relación fuerte con la corte castellana. Me dijeron que, gracias al libro, encontraron piezas que les faltaban en el rompecabezas».
Un rompecabezas difícil de montar después de siete siglos. Para ello, Stilwell realiza un trabajo exhaustivo de investigación, como una «periodista del pasado»: «Escucho el mayor número de voces de la época, comparo relatos, busca los puntos de convergencia y, después, intento rellenar los espacios en blanco de forma plausible». Aun así, admite que siempre será «su» Inés, porque no es fácil conocer a las mujeres medievales: «Solo surgen en las crónicas cuando tienen alguna importancia política».
En ocasiones, como ocurrió con Pedro e Inés, cirugía un amor verdadero, que rompió todos los moldes. Aunque su muerte fue cuestión de intriga y poder.
Por eso, Inés solo aparece porque su muerte provocó una guerra entre el rey Afonso IV y su hijo, el príncipe Pedro, y porque después se intentó excluir a los hijos de Inés —coronada reina de forma póstuma— de la sucesión al trono. Lo que se sabe: nació en Monforte de Lemos, era hija ilegítima de un noble gallego y fue criada en la corte portuguesa.
En la portada de la novela, Inés aparece como espía, amante y reina porque Stilwell quería ir más allá de la historia de amor. «Primero estaban los intereses políticos de una familia ambiciosa; después, la estrategia habitual de colocar mujeres bonitas e inteligentes en la alcoba de hombres poderosos a quienes protegían un cambio de influencia e información». Pero en ocasiones, como ocurrió con Pedro e Inés, cirugía un amor verdadero, que rompió todos los moldes. Aunque «la razón de su muerte fue esencialmente una cuestión de intriga y poder: los portugueses temían perder territorio y riqueza a favor de los castellanos y gallegos».
la reina muerta
Sin embargo, su asesinato no puso fin a esa historia. Años después, Pedro I, que no había olvidado al amor de su vida, hizo trasladar sus restos mortales, con pompa y circunstancia, al monasterio de Santa Clara de Coimbra, donde estaba enterrada sin cabeza, al monasterio de Alcobaça. Allí mandó construir un sepulcro magnífico para que ambos descansaran juntos. En la coronación póstuma, estuvo presente la nobleza en pleno y la leyenda cuenta que incluso se experimentó un mórbido besamanos a la reina muerta —algo improbable, porque habían pasado años desde su fallecimiento—.
«Su amor es aún más extraordinario porque no terminó por rutina, sino por tragedia: quien robó su felicidad fue alguien movido por el odio y el miedo al poder político que ella representaba», dice Stilwell. «Pero ni la muerte destruyó ese amor, porque Pedro, al asumir la corona, garantizó que permanecerían juntos eternamente, pidiendo ser enterrado frente a ella».
«Me gustaría que viéramos a Inés como la mujer que luchó por lo que más deseaba: el amor de Pedro, los intereses de sus hijos y también el poder que la corona de Portugal y Castilla podía darle«
La escritora sostiene que, pese al paso de los siglos, la humanidad es la misma cuando se trata de emociones como rabia, amor u odio. «Una madre que pierde a un hijo sufre igual en el siglo I que en el XXI; un hombre y una mujer se enamoran con la misma intensidad. En todas las épocas hay amores trágicos». Autora de biografías de reinas, afirma que lo que la mueve es la curiosidad por saber «cómo eran, qué papel tuvieron en los bastidores de las grandes transformaciones políticas de Portugal y de España». Para ella, la literatura tiene la misión de devolverles el protagonismo con rigor.
Sobre las mujeres de hoy, Stilwell desea que dejemos de dividirlas entre Evas —seductoras y condenadas— y Marías —abnegadas y sacrificadas—. «Me gustaría que viéramos a Inés como la mujer que luchó por lo que más deseaba: el amor de Pedro, los intereses de sus hijos y también el poder que la corona de Portugal y Castilla podía darle». Esos sueños le costaron la cabeza.
Pero su historia sigue despertando el interés de quien la escribe, quien la lee y quien la visita in situ, frente a las esculturas que decoran la cabecera de la tumba de D. Pedro, en el monasterio de Alcobaça. Una prueba de que el amor, cuando es verdadero, ni siquiera la muerte lo mata.




