
Un amigo hotelero me envió recientemente un memorando del veterano inversor Howard Marks. Cuando finalmente lo leí, se encendieron muchas bombillas.
El memorando se tituló “La ilusión del conocimiento” y su argumento es simple: la mayor amenaza para la comprensión no es la ignorancia, es la certeza. En la hotelería de lujo, una industria a la que le encantan los buenos pronósticos, esa advertencia llega incómodamente cerca de casa.
Cada trimestre, otro informe promete un apetito interminable por el bienestar o predice que la demanda de los ricos seguirá siendo «resistente». Pero, como señala Marks, los sistemas complejos se resisten a una predicción ordenada. Comprimimos el caos de la geopolítica, el clima y el comportamiento humano en unos pocos gráficos y luego empezamos a fumar nuestras propias cosas.
El peligro de este enfoque puede agravarse rápidamente. Si cada eslabón de una cadena de decisiones tiene un 70% de posibilidades de tener razón, cinco supuestos dependientes dejan menos de una probabilidad entre cinco de que la estrategia general tenga éxito.
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