La próxima cumbre entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y los miembros de la UE, en Santa Marta, Colombia, los días 9 y 10 de noviembre, llega en un momento poco propicio para la gobernanza global, la seguridad internacional y el cambio climático.
El orden internacional basado en reglas se está resquebrajando. Horrible conflicto, lejos de resolverse bajo la dirección de la Administración Trump política de “paz a través de la fuerza” es la norma en la mayoría de las regiones, África. Y si bien el mundo debería acelerar la descarbonización, el progreso climático se ha revertido.
Estos son acontecimientos preocupantes, pero las naciones de la CELAC y la UE están comprometidas y tienen la capacidad de arreglar las cosas. Es posible que el gobierno de Estados Unidos le haya dado la espalda multilateralismo y el consenso científico sobre el cambio climático, pero nuestros países no.
Como copresido la cumbre de este año junto con el Presidente del Consejo Europeo, António Costa, lo que se debe inyectar en los procedimientos es una sensación de optimismo y unión frente al negacionismo y la división. La CELAC y la UE en unión suman más de 21% del PIB mundial. No somos árboles sin raíces que se mueven con el viento. Debemos mantenernos firmes contra la tormenta.
La defensa del medio ambiente y de los pueblos indígenas ha sido uno de los piedras angulares de mi presidencia y una preocupación de toda la vida. Por esta razón, mi gobierno no ha otorgado ni una sola nueva licencia para la exploración de petróleo y gas. La energía solar y eólica representan ahora más del 9% de la producción total de electricidad en Colombia, frente al 1,5% en 2022. Un momento de orgullo de mi presidencia fue la firma de un decreto que consagró los derechos de las comunidades indígenas en la gobernanza ambiental de sus regiones.
Este gobierno colombiano comprende, al igual que nuestros colegas de la UE, que debemos anteponer la vida al capital fósil. Es una falacia absurda que la quema de combustibles fósiles sea barata. Pensar así es otorgar un valor mínimo a las vidas de miles de millones de personas (generaciones actuales y futuras) en el Sur Global.
Mi búsqueda de un mundo más justo, donde la vida sea preciosa, no barata, no se ha visto empañada por el reciente ataque del gobierno de Estados Unidos contra mi presidencia y mi nación. Presidente Donald Trump descrito calificándome de “líder de las drogas ilegales” el 19 de octubre. sancionado y ha amenazado con poner fin a la asistencia a los colombianos que continúan luchando valientemente contra el insidioso tráfico de drogas.
Colombia rechaza esta calumnia de uno de nuestros socios económicos, diplomáticos y culturales más cercanos –cuyos ciudadanos consideramos amigos– y descarto las medidas sin sentido adoptadas en mi contra como posturas políticamente motivadas. La verdad debe prevalecer.
En realidad, mi administración ha logrado incautaciones récord de cocaína. Fuerzas de seguridad del gobierno capturadas 1.764 toneladas de cocaína entre agosto de 2022 y noviembre de 2024, seguido de otro 601 toneladas entre enero y agosto de 2025. Bajo mi política de Paz Total, nuestros esfuerzos por someter a las organizaciones criminales ante la justicia continúan. Esto no es poca cosa, dado que las cuentas bancarias y los arsenales de los criminales son alimentados con narcodólares por decenas de millones de los consumidores de cocaína en Occidente.
El apoyo del gobierno estadounidense fue crucial en esta lucha. Cualesquiera que sean las actitudes de la actual administración, seguiré aplicando una política antinarcóticos y de seguridad más amplia que beneficie tanto a los colombianos como a los estadounidenses. Para compensar la brecha en el apoyo, la cooperación con nuestros socios de la UE y otros contra el tráfico mundial de drogas será más esencial que nunca.
Entre 2021 y 2024, la UE proporcionó 180 millones de euros en financiamiento para Colombia a través de su instrumento de Vecindad, Desarrollo y Cooperación Internacional. El bloque reconoce que el enfoque de mi gobierno hacia el tráfico de drogas y el crimen, basado en el proceso de paz, el desarrollo regional y la aplicación de la ley combinados con la reducción de daños, es el correcto y justo.
La infame “guerra contra las drogas” no funcionó. Para abordar los desafíos actuales, se necesita un enfoque mesurado, basado en el principio básico del respeto a los derechos humanos, como declarado por la Comisión de Derechos Humanos de la ONU a solicitud de Colombia en julio de 2023. Es más, acciones como el uso desproporcionado de la fuerza mediante misiles lanzado contra barqueros pobres en el Caribe violar tratados internacionales de derechos humanos.
Seamos audaces en nuestras creencias. Los intereses de la humanidad se sirven mejor con la cooperación, no con una política de antagonismo que busque dividir el mundo en esferas de intereses infelices, dominadas por los señores coloniales de hoy en día. Colombia, con nuestro énfasis en la tolerancia y el progreso, siempre estará del lado correcto de esta división inminente.




