Pedro Sánchez ha pasado de puntillas por el resultado electoral de Extremadurapero a sus compañeros de la ejecutiva socialista les aseguraron que el voto desencantado del PSOE regresará a casa para las generales. Por ahora es más un deseo que un indicio basado en datos, pero ésa va a ser la pregunta del millón que regirá la política española en 2026: ¿el batacazo socialista en Extremadura fue una pájara en la primera meta volante de la carrera o augura una debacle en las sucesivas convocatorias y en las legislativas?
Es difícil conocer cuál ha sido el trasvase de voto de una formación a otro respecto a los anteriores comicios extremeños. Sólo Narciso Michavila, director de la consultora demoscópica GAD3, hizo un análisis de esas transferencias posteriores a las elecciones. La principal conclusión de su estudio es que la abstención se viene buena parte del pastel de los dos grandes partidos, PSOE y PP. Los socialistas sufrieron una sangría hacia la abstención (49%), otros se fueron al PP de María Guardiola (19%), a Unidas por Extremadura, donde confluyen IU y Podemos (12%) y Vox (3,6%). ¿Qué conclusiones se pueden extraer de ese reparto?
La abstención se quedó en el 49% de los votos del PSOE en Extremadura y al PP se le fugó el 12% a Vox.
La principal, que el desencanto de los socialistas votados es evidente y profundo. Pero, según Sánchez, esos electores regresarán en las generales. ¿En qué se basa su optimismo? En su opinión, el enfrentamiento entre él y un Alberto Núñez Feijóo que las encuestas coinciden en que necesitaría a Vox para gobernar insufla un plus de polarización que movilizará a los ahora desanimados votantes del PSOE. A favor de esa tesis hay que añadir que en Extremadura se producía una combinación letal para los socialistas: la confluencia de un mal candidato, imputado por el presunto enchufe del hermano del presidente, y un rival, Guardiola, que había marcado distancias con Vox y cuyo perfil no atemoriza al votante moderado.
Aun así, es difícil recuperar el voto desencantado. Los estudios demoscópicos demuestran que la abstención es el estadio intermedio en el que recala el descontento antes de cambiar de bando. Para comprobar si la premonición de Sánchez tiene algún futuro solo hay que esperar a la cita de Aragón del 8 de febrero. Podrá ver entonces si en la debacle del PSOE en Extremadura pesan más factores locales o un decaído estado de ánimo general que ha anidado en la izquierda.

Sánchez, entre las vicepresidentas María Jesús Montero y Yolanda Díaz.
Destaca el ascenso de Unidas por Extremadura, integrado por Podemos, IU y Alianza Verde. Una lista en la que no estuvo Sumar, que apenas tiene presencia en esa autonomía, pero que fue apoyada por el partido de Yolanda Díaz desde fuera. Con una candidata, Irene de Miguel, reconocida en su tierra y sin trifulcas públicas, el espacio a la izquierda del PSOE recupera combustible en una región tradicionalmente muy bipartidista. Pero se trata de un espejismo. Así lo demuestra Aragón, donde ha vuelto la desunión. Tres listas se disputarán ese espacio: Podemos, IU-Sumar y Chunta Aragonesista. Si ese patrón se repite, las opciones de la izquierda en las generales se acercarán a cero.
En Aragón también veremos si se confirma el firme ascenso de Vox y las condiciones que el PP está dispuesto a asumir para gobernar con su apoyo. Según Michavila, el PP tampoco conjuró el desencanto en Extremadura y el 15% de sus propensos se pasó a la abstención, aunque Guardiola ganó un escaño con menos votos que en 2023. Además, casi el 12% de los sufragios del PP se fugaron a Vox. Todo indica que el partido de Santiago Abascal seguirá en Aragón la progresión en ascenso. No parece que la extrema derecha haya tocado techo.
El acueducto electoral ideado por el PP (Extremadura, Aragón, Castilla y León, Andalucía) para ir laminando la moral socialista desvelará si la ola de la derecha, incluida la más extrema, está llegando inevitablemente a España con la misma intensidad con que ya lo ha hecho en buena parte de Europa. Si esos comicios sucesivos confirman la tendencia extremeña es más que probable que estemos viviendo el prólogo del cambio de hegemonía del que hasta ahora España parecía ser una rara excepción.
Pensar soluciones en Navidad
Pedro Sánchez y Yolanda Díaz mantuvieron una larga reunión una vez finalizado el Consejo de Ministros del pasado día 16 y después de que la vicepresidenta reclamara en público una remodelación profunda del Gobierno para afrontar el último tramo de la legislatura hasta las elecciones generales. Después del encuentro, Sánchez solo lanzó el mensaje de que no consideraba una deslealtad esa petición. Díaz le reclamó de nuevo que hiciera cambios tanto en las personas como en la agenda legislativa para recuperar la iniciativa política. Sánchez admitió que las causas judiciales que afectan a Cerdán y Ábalos lo condicionan todo. No llegaron a ningún acuerdo y se emplazaron a buscar soluciones durante el parón navideño.
Un comienzo de año movido
Los primeros meses del 2026 se presentan películas. Los aliados del Gobierno esperan que Sánchez mueva fichas en varios frentes. Sumar quiere un impulso a la legislatura, el PNV espera culminar traspasos pendientes, ERC confía en cerrar con la ministra Montero el nuevo sistema de financiación autonómica, mientras que Junts guarda el desenlace judicial para la plena aplicación de la ley de Amnistía. El propio presidente del Gobierno tiene interés en esos desbloquear frentes para reforzar sus alianzas parlamentarias porque en este inicio del 2026 tendrá que presentar los presupuestos del Estado, aunque tenga pocas posibilidades de aprobarlos. También Yolanda Díaz debería desvelar si aspira o no a ser de nuevo candidato.




